Dos enormes tipuanas cargadas de flores en el cruce de la calle de La Unión con el puente de Juan Pablo II ofrecen estos días su fastuosa ración de belleza.
Hace un par de semanas, un ilustre amigo preguntaba a un servidor por qué no había dedicado todavía una crónica a las jacarandas esplendorosamente florecidas.
Recibieron su homenaje el año pasado, cuando salió a colación la sorpresa de una joven inglesa, afincada a comienzos del siglo XX en el sur de África (Namibia) y comprobó, para su sorpresa, que el desconocido árbol negruzco que pretendía talar por falta de gracia y utilidad, en primavera había dado lugar a un fastuosa copa de flores malva, bajo la que organizó una fiesta. Por supuesto, lo de talarlo lo aparcó para siempre.
Hace poco pasaron por esta sección las grevilleas, los árboles de fuego y ahora es el turno de las tipuanas, unos árboles que, como las jacarandas, han cogido mala fama por la agresividad de sus raíces y por la ingente cantidad de flores que dejan en la acera.
El Ayuntamiento, incluso, se ha dedicado los últimos años a retirar algunos ejemplares de las calles, por su poco idóneo emplazamiento.
La historia oral mantiene que las primeras tipuanas de Málaga fueron las que plantó el Hotel Príncipe de Asturias, luego Miramar, una de las cuales desapareció por las recientes obras del aparcamiento.
Queda en pie el otro ejemplar, pero si quieren admirar una pareja de tipuanas de un porte grandioso y llamativo, sólo tienen que situarse prácticamente delante del poco transitado puente de Juan Pablo Segundo en el lado de calle La Unión.
Allí, en la confluencia de esta larga vía con las calles del Tango y Francisco García Almendro se encuentran dos de los ejemplares más bonitos de Málaga, capaces de difuminar las asperezas de unos bloques muy próximos, que están literalmente enmarañados de cables, muchos de ellos, colgajos sin utilidad, como los que levantaron en metafóricas armas a los vecinos de Sixto, cuando vieron que una operadora de teléfono les iba a colgar más.
Las tipuanas son estos días dignas de visita, con el suelo alfombrado de florecitas amarillas, que también han colonizado el parque infantil que hay bajo su copa. Por unos días, este rincón de la Cruz del Humilladero se ha transformado en un rincón florido de Sudamérica, de donde son originarias las tipuanas y los viejos y jóvenes que se sientan en los bancos mientras toman la sombra cuentan con este inesperado de la Naturaleza.
Aquí tenemos dos candidatos más a ejemplares notables de la provincia de Málaga, aunque en veteranía gane la solitaria tipuana del Miramar. Otro ejemplar digno de visita podemos atisbarlo montando guardia junto al puente de la avenida Ortega y Gasset y como conjunto, el paseo de tipuanas cargadas de pájaros de la avenida de la Estación, en El Palo. Es uno de esos árboles que, molestias aparte, te alegra la vida y da color a la inminencia del verano en nuestra ciudad.