No se trata de ningún trabalenguas, sino del esplendor estos días de la Grevillea robusta o árbol de fuego, de origen australiano y que podemos ver, por ejemplo, en la plaza de Nuestra Señora de la Soledad.
Los primeros reclusos de esa gigantesca colonia penitenciaria que fue Australia, en concreto amplias zonas de este continente como Nueva Gales del Sur, las costas de Queensland o la isla de Tasmania, se quedarían de piedra al ver encenderse las copas de unos árboles alargados y recios en cuanto llegaba el mes de mayo.
Enviados a la quinta puñeta (en concreto al quinto continente) lo mismo por matar a un policía que por robar una libra de pan, el Reino Unido se deshizo de su enorme excedente de presos mediante la exportación a Australia.
Fueron estos primeros occidentales, tratados en muchos casos como animales, los que descubrieron, en mitad de sus penalidades, la inusitada floración de este árbol, llamado con razón el árbol de fuego, de nombre científico Grevillea robusta en recuerdo, cómo no, de un botánico inglés: Francis Greville.
El Jardín Botánico de La Concepción ha nombrado este árbol prodigioso la planta del mes de mayo. Se trata de unos árboles discretos, que en las calles de Málaga suelen pasar desapercibidos la mayoría del año, hasta que llega su momento en el mes de las flores. Salen entonces del anonimato para asemejarse a árboles encendidos, la versión botánica de esas jirafas en llamas imaginadas por Salvador Dalí, sólo que se trata de ejemplares ignífugos, falsos árboles en llamas cuyas inflorescencias de color entre amarillo y naranja sólo son doradas por el sol.
Podemos encontrar las grevilleas en muchos rincones de Málaga: montando guardia junto al río Guadalmedina muy cerca de la estación del Cercanías o haciendo compañía al Niño de las Moras, en la plaza que lleva su nombre en El Palo.
Pero en esta ocasión nos detendremos en otro rincón de Málaga: El Ayuntamiento aprovechó el espacio entre la calle Don Juan de Austria y el Callejón de Vinazo para adecentar una plaza dedicada a Nuestra Señora de la Soledad, en La Trinidad.
Pese a sus reducidas dimensiones le sacó el máximo partido, con el suelo en forma de puzle de colores gracias a sus mosaicos y un parque infantil a juego.
Escolta la plaza una hilera de árboles de fuego, seis en concreto, que estos días están llameantes y exuberantes, como anuncios luminosos del parque infantil.
El conjunto de equipamiento municipal y botánico es estupendo, pero como siempre, no puede faltar una pincelada de cutrez en pleno siglo XXI: un cable de la luz o del teléfono atraviesa como puede las grevilleas en flor, hasta el punto de que entre estos ejemplares se alza un poste de la luz o del teléfono de los que aguantan lo que le echen. Corramos un tupido velo a este y otros rincones de Málaga surcados por cables aéreos y quedémonos con lo bueno: la belleza de unos árboles llameantes que parecen anunciar ya la llegada inminente del verano.