En Bonaire, a dos pasos de la barriada de Virgen de Belén, al Ayuntamiento no se le ocurrió otra cosa que dar el visto bueno a una calle Metralla.
Contaba el dramaturgo y periodista Joaquín Calvo Sotelo que una de las bromas que realizaba de forma conjunta con su amigo, el dramaturgo y humorista Miguel Mihura, era fingir que este último estaba sordo como una tapia. Eso hicieron, por ejemplo, en el almuerzo de ingreso de Mihura en la Real Academia de la Lengua, así que el nuevo académico se pasó media comida con la mano en la oreja, a modo de trompetilla, mientras sus nuevos compañeros le hablaban a voz en grito, muchas veces en vano.
Sordo a los dictados de la razón ha demostrado estar nuestro Ayuntamiento a la hora de dedicar algunos rincones de Málaga a los objetos y personajes más desconcertantes, mientras que en otras ocasiones ha dado en el clavo, lo que demuestra que la sordera era tan fingida como la de Mihura o, cuando menos, temporal.
Porque hay que estar sordo como un castillo templario o tener la sensibilidad callejera a prueba -y ya verán la ironía- de bombas para permitir que la Carretera de Cádiz cuente con una calle Metralla. Se encuentra en la zona de Bonaire y los Girasoles, entre Virgen de Belén y La Luz.
En un primer momento, podría pensarse que nuestro Consistorio, en el tiempo que fuera, tuvo su querencia por la industria bélica, de ahí que dedicara la calle a algo tan impactante. También hubo en los tiempos de la Guerra Civil un miliciano conocido como El Metralla y un batallón con el mismo nombre, pero en realidad, nuestro Consistorio dedicó la calle al novillero Nicolás Quero, de nombre artístico Metralla, que hace algo más de un siglo se paseaba por las plazas de toros españolas, aunque tuvo una vida artística corta, informa el periodista Domingo Mérida. Como el novillero desplegaba su arte en tiempos de la I Guerra Mundial, quién sabe si el nombre artístico no le vino de la situación internacional del momento.
El caso es que en Málaga hay un grupo de vecinos que vive en la calle Metralla y debe apechugar con este sambenito postal, como quien lleva un nombre que mueve a coña o, cuando menos, a enarcamiento de las cejas (sin ir más lejos, un antecesor de Miguel Mihura en la letra K de la Real Academia fue don Vicencio Squarzafigo Centurión, ahí queda eso).
Hubiera sido mucho más compasivo dedicar la calle al Novillero Metralla, aunque no debemos olvidar que en El Tarajal hay un calle dedicado a un matador de toros, calle Conejito y en la misma Carretera de Cádiz, pegada a la avenida de Europa, otra que precisa más el origen: Conejito de Málaga, de oficio novillero.
Pero a veces la sordera se aminora, por eso, para equilibrar la sonoridad de la calle Metralla, justo al lado el Ayuntamiento ha dedicado una calle a Baltasar Gracián. La ironía, la prudencia y el ingenio frente a la metralla. Menos mal.