Los vecinos de la calle Juan de Anchieta, en Campanillas, padecen los insectos y ratas no deseadas de un minúsculo jardín delantero abandonado. Reclaman que se fumigue.
Juan de Anchieta fue un compositor del Renacimiento, pariente de San Ignacio de Loyola, que entre sus más tristes cometidos puso algo de música al encierro eterno de Juana la Loca en Tordesillas. En el callejero de Málaga se encuentra en la nueva zona de Campanillas asomada al arroyo de la Rebanadilla, muy cerca del instituto de Campanillas.
Esta parte de Málaga ha salido de forma periódica en este diario, no por encontrarse en un enclave maravilloso, que lo está, sino por plagas de garrapatas y la presencia de mosquitos, ratas y cucarachas, a causa de la cercanía del arroyo. Un problema que sobre todo ha afectado a los vecinos que se encuentran en primera línea de batalla, los de la calle Fausto.
Por el horizonte ya asoma el plan municipal, felizmente aprobado, de encauzar el arroyo, privarlo de la cubierta amazónica que corretea paralela al Parque Lineal y reducir así el número de inquilinos indeseables, pues las garrapatas, al contrario que el molt xenófobo presidente de la Generalitat, no entienden de fronteras.
Sin embargo, la fuerza de la Naturaleza está ahí, sobre todo en esta primavera consagrada. Por eso, un poco más arriba, en la calle Juan de Anchieta, los vecinos están hasta el gorro por culpa de un minúsculo solar. En realidad, el que iba a ser el jardín delantero de una tienda que se quedó en el intento, aunque el establecimiento está perfectamente equipado y cuenta hasta con su almacén. La idea, suponemos, sería la de dar servicio a este barrio de adosados.
Pero como la cosa se quedó a medias, un cartel descolorido cuelga de las alturas del edificio, mientras que en las bajuras, al pie de la calle, se extiende por todo el patio un denso matorral, del que emana el nada agradable aroma de algún animal en descomposición.
En el momento de visitar el jardín fallido, el pasado miércoles por la mañana, una garrapata se daba un paseo por la acera; en realidad, su último paseo, pues fue invitada a abandonar este mundo por el zapato del fotógrafo.
La calle Juan de Anchieta es una vía estrecha, la propia de una pequeña urbanización, así que los vecinos que están enfrente lo están pasando canutas, como María Dolores, que considera «vergonzosa» la situación. Esta vecina cuenta cómo en una ocasión abrió la puerta de su casa «y la rata se coló antes que yo». María Dolores recuerda que en la zona hay muchos niños pequeños y reclama al Ayuntamiento que fumigue el pequeño jardín y luego pase la factura al propietario.
Los vecinos desconocen quién es el feliz propietario de este terrenito, aunque por la manera en que se lo hace, no se descarta que sea un sueco.
Así, vemos como este precioso barrio, situado en un lugar inmejorable, sólo pide al Consistorio que ponga freno a los insectos y bichos no autorizados. Si Juan de Achieta levantara la cabeza, compondría un solemne réquiem. Ánimo.