En el noventa aniversario del desaparecido naturalista, su monumento en los Jardines de Picasso sigue siendo un olvidado parapeto defensivo y relleno de basura.
Ahora que se cumple el aniversario de la muerte en el búnker de un tal Adolf Hitler, un acuarelista austriaco bastante mediocre que empeoró su currículum al meterse en política, es el momento de visitar otro búnker, en este caso escultórico.
Se trata del que, desde hace años, como los baluartes fronterizos que pueden verse en la frontera con Portugal, nuestro Ayuntamiento ha levantado a base de rocas y yucas, con unas hojas como para practicar esgrima. El propósito, proteger el grupo escultórico de Félix Rodríguez de la Fuente de las hordas de homúnculos malaguitas. Esta troupe, con una aversión casi epidérmica al bronce, gusta de destrozar las obras públicas y le ha cogido manía al naturalista burgalés, fallecido en Alaska en un accidente de aviación en 1980 y que el pasado mes de marzo habría cumplido noventa años.
De tan bonito aniversario apenas ha sido consciente el grupo formado por Félix y una loba, por el afán municipal de que pase desapercibido y así los tarugos no acaben por despeñarlo por alguna hondonada.
Hasta nueva orden se encuentra parapetado en los Jardines de Picasso, con evidencias de haber sido mancillado con pintura en algún rito vandálico-primitivo. Mucho más manco que Cervantes y Valle-Inclán, hace años que perdió los dos brazos (con uno acariciaba la loba, mientras que con el otro, extendido, sostenía un azor). La falta de las dos extremidades le ha convertido en una desasosegante versión de la Venus de Milo.
Costeada por los niños de Málaga, a través de decenas de colegios de la ciudad, realizó la obra el escultor de Casarabonela Antonio Arjona. La fundió en Málaga capital, en la desaparecida Estación del Perro y en 2014, como adelantó La Opinión, presentó, acompañado por el entonces concejal socialista Manuel Hurtado, un proyecto para recuperar la obra, que incluía, aparte de la incorporación de las partes perdidas y la restauración de lo que sigue en pie, un pequeño estanque con el naturalista en el centro, para que nuestros zopencos del destrozo lo tuvieron difícil.
Como nada de eso se ha hecho, el búnker sigue camuflado a dos pasos del Puente de las Américas, pero no por ello las huestes enemigas han frenado los asaltos. Ayer, mientras la primavera extendía su dosis diaria de belleza, el homenaje al amigo Félix seguía luciendo pintadas en la rocalla sobre la que se alza y lo peor de todo, entre las rocas, al pie de la estatua, había una amalgama de objetos, desde paraguas, latas de cerveza, papel higiénico, botellas, sin olvidar variadísimos restos de comida…
En resumen, que alguien ha camuflado a su vez su ajuar en este despropósito dejado de la mano del Consistorio.
En el noventa aniversario del llorado Félix Rodriguez de la Fuente sigue en su búnker malaguita relleno de basura. No es país para viejos.