En la calle Arlanzón de las 720 viviendas, los vecinos llevan 15 años tratando de que el Ayuntamiento les quite una ruidosa pista polideportiva, encajonada entre sus viviendas.
Ayer, este diario informó de la aparición de una enorme grieta en el muro de un campito de fútbol en la calle Cigüela de las 720 viviendas, un barrio que quedó partido en dos con la llegada de la avenida de Valle-Inclán y por lo que se ve, el muro va camino de imitar al barrio.
Lo curioso es que, a muy pocos metros, digamos que a 30 segundos a pie, las 720 viviendas cuentan con otro segundo campito que lejos de contentar a los vecinos, los lleva por la calle de la amargura desde hace unos 15 años, cuando fue inaugurado en tiempos de la concejala de La Palma-Palmilla Mercedes González.
Pese a que nunca viene mal un equipamiento deportivo, en este caso el Ayuntamiento decidió meterlo casi con calzador en un hueco entre cuatro bloques de la calle Arlanzón. El resultado es que desde comienzos de este siglo, los vecinos tienen metidos en la cabeza, quieran o no, todos los lances del juego, triunfos, derrotas, gritos de júbilo e insultos a los familiares más allegados de los niños que juegan y que, seguramente, sueñan con imitar algún día a Messi o a Ronaldo (confiemos en que no hagan lo mismo a la hora de pagar a Hacienda).
Como resultado y pese a que el campo cuenta con vallas, los certeros balonazos han provocado que los vecinos tengan que llamar al cristalero y han terminado con blindar sus terrazas con barrotes, al menos los dos primeros pisos de los bloques, que es la zona de más riesgo de los voleones.
Si a este añadimos que el espacio cuenta con tres hermosas farolas, los partidos de fútbol se pueden prolongar hasta las tantas sin necesidad de gafas de visión nocturna y los vecinos darían lo que fuera porque el equipamiento se pudiera enviar por avión a la Cochinchina.
La asociación de vecinos Palma Palmilla Un nuevo futuro, informaba este jueves su presidente, Francisco Vigo, ha tratado de convencer a los jóvenes jugadores de que jueguen mejor en el campo vecino, a sólo 30 segundos a pie y en un entorno mucho más despejado, pero por alguna razón, los niños se niegan, así que el otro campo permanece casi siempre vacío mientras el que causa problemas es el que se llena.
Los vecinos han reclamado al Consistorio, por medio de la asociación, que la pista deportiva se elimine y en su lugar se deje una placita sin bancos, para evitar la fatal combinación de hora de la siesta u horario nocturno+guitarra y cervecita, que prolongaría el problema.
Francisco Vigo recuerda cómo una vez tuvo que acudir a un pleno, con el parte de un psiquiatra, a causa del estado de nervios de una vecina, por los balonazos de otro campo deportivo en la misma calle, ya desaparecido. Ese es el problema, no faltan espacios deportivos en las 720 viviendas pero por lo que parece, se dejaron caer al tuntún desde el cielo municipal.