El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, ha dejado en las paredes de la calle Pito sendas correcciones que destierran este nombre por sus ecos demasiado masculinos y dejan espacio, literalmente, al otro sexo.
En los procelosos pero fascinantes libros sobre los Repartimientos de Málaga, un trozo de finales del siglo XV detenido en el tiempo y a disposición del lector, gracias al estupendo trabajo Francisco y Rafael Bejarano, no se encuentra mención alguna de la calle Pito.
En la última versión ampliada de Las calles de Málaga, de Francisco Bejarano, lo más que se le parece es la calle del Pico o del Picacho (terminado en o, no confundir con cierto bicho japonés). Esta vía se encontraba en la zona de Mundo Nuevo, conocida en el siglo XVIII como el Garrapatal, lo que da una idea de sus condiciones higiénicas.
La calle Pito es un enigma y, de paso, una broma perpetua, consolidada con el paso de los siglos porque casi nadie que pase por este rincón imaginará un silbato o caerá en la cuenta de que lo mismo es un apellido. De hecho, Pito es un apellido italiano y en la historia de Málaga han abundado los italianos, sobre todo los genoveses. Bien podría proceder de uno de ellos.
Domingo Mérida, el veterano locutor malagueño, apunta en su libro sobre el origen de las calles de Málaga -aunque no lo ve muy probable- que lo mismo recibió ese nombre por el semanario festivo El Pito, que en la década de 1890 dirigía José Navas Ramírez, Zaragüeta, luego muy conocido por sus artículos en La Unión Mercantil. El hecho de que la imprenta de la que salía la publicación estuviese cerca, en la calle Casapalma, bien pudo influir, aunque suena difícil de entender que un semanario que sólo duró unos tres años mereciera un rincón de Málaga, aunque fuera esta callejuela.
El caso es que casi todos los que pasan por la calle Pito piensan de forma automática en el pito, no en otro; ni en silbatos, ni en semanarios ni en genoveses, que lo tuvieron que pasar regular en la Málaga de siglos pasados por la lotería de su apellido, así que la coña marinera perdura y perdurará por los siglos.
En este sentido, otra teoría curiosa liga el nombre de la calle al hecho de que allí abundaran en su día casas de prostitución…
Hasta tal punto está unida la calle Pito con el pito, el de las aguas menores, que coincidiendo con el Día Internacional de la Mujer, la gran movilización del 8 de marzo, alguien reivindicó en plan simbólico-irónico el fin del patriarcado sustituyendo pito por «coño», con sendas pintadas en los carteles de la calle, por el lado que hace esquina con Beatas.
El saber popular, con otro sentido -no el reivindicativo de la mujer sino el de la pura interjección-, ya hizo algo parecido hace muchos años con el Pasaje del Cuartel de Caballería, una empinada cuesta sembrada de escalones que conduce al Ejido, y que los bromistas rebautizaron como La cuesta del coño, porque es lo que muchos sueltan a mitad de ella, a causa del esfuerzo. Es nuestro particular Tourmalet. Ahora, queda inmortalizado en la pared con otra intención bien distinta.
El nombre de esta venerable calle malagueña siempre ha representado un enigma fascinante (como el de otra vía hoy desaparecida, llamada «Callejón de pepe Lapena», cerca de los Baños del Carmen). Comparto algunas de las hipótesis explicativas de Alfonso Vázquez. No ocurre así con el origen italiano de dicha denominación. No me suena que en italiano haya un apellido de ese tipo, aunque puedo estar equivocado.
No hay que olvidar que la única sauna gay malagueña estuvo en esta calle, que cerraría sus puertas hará casi dos décadas. No perduró mucho, no, su vaporosa andadura en la capital, pero todos los homosexuales recordaremos con certeza dónde se hallaba la extinta sauna, otrora lugar de encuentro y solaz en un solo nombre condensados: Pito.