Se cumple una década del inicio de las reclamaciones de la hermana del humorista
Juan Rosa El Pulga para adecentar su parque. Cumplió su objetivo.
«Me duele ver el parque así porque esto es por él», confesaba hace ahora diez años María Rosa, cuando recorría con el firmante el parque dedicado a su hermano. Se trata de Juan Rosa Mateo, conocido en el mundillo artístico y el televisivo como El Pulga, el humorista malagueño que cada viernes entraba en nuestros hogares acompañado de El Linterna, en cada emisión del concurso Un, dos, tres.
A comienzos de abril de 2008, María denunciaba em este diario que el parque del Pulga había sido pasto de los vándalos, y lo cierto es que tanto el mobiliario presente como el ausente ofrecían una impresión general decrépita, pese a que por entonces la zona verde estaba en plena infancia: Había sido inaugurado dos años antes, después de que 15.000 firmas de vecinos y amigos del artista, fallecido en 2002, reclamaran este homenaje.
Para María, la memoria de su hermano merecía algo mejor, porque estaba materializada en este parque de la calle Jerez Perchet, en Ciudad Jardín, repleto de pintadas, con unas pistas de petanca que evocaban un campo (mal) arado, sin olvidar la coexistencia en el mismo espacio de un pipicán pegado a los juegos infantiles supervivientes.
También faltaba de su domicilio una placa de cerámica con el rostro del humorista, así que la situación no era para rodar un musical, salvo La pequeña tienda de los horrores.
En los años siguientes María fue una constante en la conciencia de varios concejales y en este diario, así que con más moral que el Alcoyano siguió peleando hasta que el parque alcanzó un estado que, felizmente, diez años más tarde puede decirse que ha cambiado como de la noche al día, a mejor.
Para empezar, un mosaico de cerámica intacto con el rostro de Juan Rosa recuerda a su hermano, así que el Consistorio recuperó este elemento destrozado por los malaguitas ungulados.
Al menos hace unos días los juegos infantiles estaban completos y ningún un caballito se había marchado trotando, lo que de paso beneficia a un kiosco vecino.
Con la compañía de lo que parece una jacaranda o una tipuana, pues el arbolito está sin hojas, hay dos ingeniosos puestos para jugar al ajedrez o a las damas y en el tercer espacio de las extintas pistas de petanca, un mesa de ping pong. Además, se marchó a otro rincón de Málaga el pipicán.
En resumen, que el parque, que en 2008 habría recibido un 2 de nota, hoy ha subido al 7,5, y no llega al notable alto porque se echa en falta algún árbol más. En todo caso, María logró su objetivo.
La foto del consuelo
Como la plaza de la Constitución estará ocupada un mes por el vil metal de la tribuna de Semana Santa, los guías que acuden con los turistas los consuelan frente a la mole con una foto de la plaza, para que vean como lucía antes de ser ocupada por el remedo de Wimbledon.