En San José del Viso permanece enhiesta la terrorífica torre de alta tensión que preside el barrio, justo cuando se cumplen diez años del acuerdo municipal para soterrarla.
El microrrelato más famoso del guatemalteco Augusto Monterroso, el que tiene como protagonista al dinosaurio, aparece en un tomito titulado, con ironía, Obras completas (y otros cuentos). El dinosaurio de Monterroso ha tenido tanto éxito, que nos sirve de muletilla a los periodistas cuando hay que echar mano de una frase hecha que, cuando menos, tenga un toque literario.
En realidad, la literatura hispanoamericana ha ayudado mucho a los medios de comunicación, y ahí está el tremebundo éxito del título de García Márquez, Crónica de una muerte anunciada, que, con muchas más profusión que el dinosaurio, puede localizarla cualquier españolito en innumerables crónicas deportivas, de sucesos, electorales… Para un roto y para un descosido.
Y en este caso, hay que echar mano del cuentecito de Monterroso para recordar que «Cuando los vecinos del Viso despertaron, la torre de alta tensión todavía estaba allí».
Porque este próximo mes de junio se cumplirán diez años del acuerdo del pleno que acordó, por unanimidad, mandar al subsuelo, donde siempre tenía que haber estado, la línea de alta tensión que atraviesa San José del Viso, después de que en 2002, el Ayuntamiento firmara un acuerdo con Endesa.
El barrio de San José del Viso, levantado por trabajadores de Intelhorce y de la fábrica del Amoniaco, ha vivido siempre a la sombra de la tétrica torre de alta tensión, en el cruce de las calles José Manuel Pérez Estrada e Ingeniero Gutiérrez Mezquita. Se ha convertido en un símbolo, pero en un símbolo tan inquietante como la pica que se colocaba en las afueras de las ciudades, Málaga incluida.
El mandar la línea a las profundidades y desmantelar la torreta ha sido siempre un anhelo de los vecinos; de hecho, la principal reclamación, repetida siempre que ha habido ocasión.
Ayer estuvo el firmante en San José del Viso y pudo comprobar cómo la torreta continúa enhiesta, abrazada por una malla metálica con la señal de peligro por electrocución, por si hay algún transeúnte que la confunde con una cucaña.
Y da bastante pena que este horror eléctrico tenga, a un tiro de piedra el centro de jubilados del barrio, donde se da cita buena parte de los vecinos, pues en el barrio hay una media de edad bastante alta, y también a dos pasos de la torreta, un parque infantil.
La esperanza es que, el año pasado, el Ayuntamiento inició el proyecto para empezar a soterrar la línea de alta tensión que de norte a sur nace en la subestación eléctrica de Los Ramos y baja hasta el Polígono el Viso. Las obras, previstas en el PGOU, no parece que lleguen de momento al barrio (ayer el firmante lo consultó con el concejal de Urbanismo, Francisco Pomares, sin resultado), pero la tendencia está ahí:la de cumplir los acuerdos plenarios. Ánimo.