El año que viene, otro disfraz reivindicativo podría ser el de nuestro desconcertante exconsejero socialista de Cultura, Paulino Plata, defensor de la terrorífica torre del Puerto.
Desde que en el regreso del carnaval con la Transición un grupo de emperadores recreó el nido de víboras de la familia de Augusto, aprovechando el tirón televisivo de la serie Yo Claudio, el fenómeno no ha hecho más que crecer, hasta el punto de que los políticos no han tenido más remedio que mimetizarse con la fiesta y tirar del disfraz.
Cierto que, de todos ellos, el más asiduo a soltar la chaqueta es nuestro alcalde, Paco de la Torre. A lo largo de los años, y dependiendo del sarao, competición, inauguración o muestra en el Palacio de Ferias, lo hemos visto de bañista en el Puerto, de motero, de King África, de practicante de taichí de ciclista acrobático… en un claro afán por superar en ardides al simpar Mortadelo de Ibáñez.
Por todo ello, verlo el pasado viernes, durante la final del carnaval, de sultán de las Mil y Una Noches, no fue impactante. Más lo hubiera sido, eso sí, de genio de la lámpara, que es una especie de bañista de La Malagueta del Medievo, con calzones blancos en lugar de bañador apretado y con la cabeza como Don Limpio.
Sorpresa sí causó Elías Bendodo, el presidente de la Diputación, disfrazado de Bernardo de Gálvez. Habría que precisar que era el de Macharaviaya en sus años mozuelos, cuando ponía coto a los apaches mucho antes que John Ford, porque el famoso retrato del ya virrey muestra una barriga prominente que no gasta Bendodo y que, aseguran los expertos, se debió a problemas estomacales, más que a la curva de la felicidad.
Y ahí estaba el disfraz de las mujeres que en 1918 protestaron banderas en ristre por las calles de Málaga a causa de la subida del precio de los alimentos y que lucieron las concejalas de Málaga para la Gente; los guardias civiles y policías de Ciudadanos, en apoyo a que todo agente del orden cobre lo mismo, sirva o no en naciones mitológicamente milenarias o en el resto de España y los jugadores de baloncesto del PSOE que no pueden entrenar. Disfraces reivindicativos porque el carnaval siempre ha sido crítica al poder.
De todos los exhibidos por nuestros políticos, un servidor se queda, por su impacto e ingenio, con el disfraz de Farola de la concejala de IU, Remedios Ramos, que iba acompañada por el concejal Eduardo Zorrilla, ataviado de jeque, maleta en ristre. ¿Les suena?
En esta Málaga que ha dado un salto cualitativo en su oferta turística y cultural, estamos a punto de meter la pata hasta el corvejón con el rascacielos del puerto, sin duda un Hotel Málaga Palacio del siglo XXI, con un impacto visual inasumible para la Farola y toda la zona que marca un ilusionante comienzo urbanístico de siglo: el Muelle Uno y el Palmeral de las Sorpresas.
Para el año que viene habría que disfrazarse de Paulino Plata, un desconcertante exconsejero socialista de Cultura que al tiempo que reivindica la bicentenaria Farola de Málaga, está empeñado en desgraciarla los próximos dos siglos.
El año que viene habra que buscar para el delegado de la hunta un disfraz de metro malaga, o de muro pantalla que creo que es el suyo, empeñado en construir en malaga un sistema que curiosamente para sevilla no quiere, porque sera…………PLATAFORMA EL PALO POR SU METRO SOTERRADO