Hace pocos días, el maltrecho lateral derecho de la parroquia de Santiago ha empeorado de salud con la aparición de una enorme pintada multicolor.
Hace pocas semanas conocíamos que el grafitero de bellota Tous, que había embellecido los viejos muros del Cementerio Inglés, entre otras sutilezas perpetradas en grandes extensiones de la vía pública, había sido sorprendido por la Policía Local en plena perpetración y ahora se enfrenta a un posible delito contra el Patrimonio Histórico.
Los viejos muros contemplados por Hans Christian Andersen se libran así de un alma de cántaro incapaz, por lo que parece, de contemplar la belleza sin ponerle su propia firma. Porque entre otros elementos, lo que diferencia a un artista del grafiti de un gamberro con espray es que el primero no se mira el ombligo las 24 horas del día, y sus actuaciones, aparte de tener una finalidad artística, intentan no dañar el patrimonio de todos.
En la misma línea de egolatría mal encauzada hay que agrupar las actuaciones del mastuerzo de más allá de los Pirineos, de nombre artístico Invader y de identidad desconocida, que como ya comentamos hace unos días en esta sección, desgracia desde el verano del año pasado dos edificios catalogados como Bien de Interés Cultural, los palacios del Obispo y de Salinas.
Los agentes del orden tienen ahora la oportunidad de seguir la pista a otro tarugo con aerosol, que acaba de ponerle la guinda a la iglesia más antigua de la ciudad, la de Santiago, en la veterana calle que lleva su nombre.
Con las obras de rehabilitación del interior concluidas recientemente y con la fachada lateral hecha unos zorros desde hace años, la irrupción pictórica de este desaprensivo, que se ha empleado a fondo en una mediocridad repleta de colores, evidencia la necesidad de una urgente manita de pintura que borre la sandez.
Si ya estaba lo suficientemente desgraciado el lateral, con alegatos psicotrópicos y otras hierbas de fumar, el mendrugo cósmico que nos ocupa ha terminado de emponzoñar el panorama.
Destrozar una obra artística de tiempos contemporáneos de Maricastaña (1490) bien merece, tarde o temprano, la captura y multa del infractor.
En cualquier caso, pésimo ejemplo nos ha dejado el mencionado Invader, con unas obras hechas con nocturnidad y alevosía hace meses y que todavía persisten en sendos palacios protegidos de Málaga. No deja de ser una invitación al gamberrismo. Pasen y sírvanse. El Centro Histórico para los artistas con ego como un camión…de la basura.
Homenaje en las ondas
El pasado domingo, la sección semanal Meridianamente Claro, en Es Radio, que conduce el veterano periodista malagueño Francisco Linares, recordó para toda España al parlamentario andaluz Antonio Garrido Moraga, fallecido la semana pasada, con la repetición de una entrevista realizada en 2010. En ella, el político malagueño realizó un repaso a su carrera política y habló de lo que más sabía: Educación y Cultura.