Desde hace más de un año, un sujeto anónimo espurrea bolsas de basura en una isleta ajardinada casi enfrente de la sede del distrito.
Al firmante no le gustan los eufemismos, así que iremos al grano: un guarro anda suelto por Campanillas. Y no nos referimos al animal del que se aprovecha hasta los andares, sino a un espécimen que como usted y como yo, desciende de ignotos homínidos y antropoides, poco duchos, eso sí, en redes sociales, running o brainstorming pero que, no obstante, tomaron parte en la gran aventura de la evolución humana.
Sin embargo, el guarro que nos ocupa está falto de todo asomo de épica. Ya dijo el sabio que los héroes griegos no tomaban el desayuno y con ello quería decir que su vida era tan agitada, siempre en pos de algún fin noble o subido de tono, que los aedos se olvidaron de consignar si por las mañanas tomaban yogur (griego, claro). Así que de la merienda ni hablamos.
Pero este cernícalo en cuestión debe de tener tiempo para cebarse en condiciones a todas horas del día y no se pierde ni el aperitivo de la una, por la ristra de bolsas de basura que deja, para la posteridad, espurreadas en un lugar concreto del barrio: en una pequeña isleta ajardinada, en mitad de la calle principal del barrio, la dedicada al maestro José Calderón.
El autor de estas líneas se topó con la ristra de desechos el pasado jueves. Iba acompañado por la presidenta vecinal del barrio, Carmela Fernández y Ricardo Fombuena, también dirigente vecinal.
Según explican los dos vecinos, no se trata de un incidente aislado. Al parecer, estamos ante un meticuloso tarugo, que planifica el duro trabajo de espurrear su basura como quien suelta al viento pétalos de rosa.
La asociación informa de que la cosa viene de lejos, el guarro pone en práctica este rito -que incluso habrían rechazado sus antepasados arborícolas- desde hace más de un año y la deposición se produce todos los fines de semana.
Eso sí, el espécimen ha variado ligeramente sus hábitos cochineros y si en un primer momento introducía la basura en la vecina finca del Roquero, aprovechando el hueco de una valla, ahora ha desplazado el show unos metros, para, en un afán de protagonismo sin precedentes, dejar la basura en la isleta a la vista de más gente.
Es muy posible además que en esta zona de Campanillas, todavía a medio urbanizar y sin aceras, cumpla el rito semanal en coche, lance el envío especial por la ventanilla… y a otra cosa.
La asociación de vecinos ha pedido al Ayuntamiento que tome medidas, sobre todo porque el regalo de todas las semanas se deposita casi enfrente de la junta de distrito de Campanillas. Pero grabar al maromo, desde el punto de vista legal, no es posible, informan los vecinos. Habrá que confiar en que, una semana de estas, el lanzamiento olímpico se produzca delante de un agente del orden.
En todo caso, como en ocasiones parecidas, al anónimo le deseamos una pronta mejoría a base de reposo, reflexión y lectura. Suerte, so guarro.
El cernícalo es un ave.
En efecto, pero Cernícalo también se emplea como sinónimo de persona sin educación. Saludos cordiales