Muchos visitantes se desnortan y tiran por la calle de en medio, plaza de la Judería arriba, porque ninguna flecha les indica en la intersección con la calle Granada la dirección del Museo Picasso. El show continúa.
Pese a que solo se trata de un par de expresiones, todo un mundo separa el «hacer unos arreglillos» de «realizar unas microactuaciones». En muchas ocasiones, ejercer de periodista es quitar lustre, pompa y circunstancia a engoladas notas de prensa oficiales para trasladarlas al lenguaje de la calle.
En este caso si el Ayuntamiento, la Junta o el sursuncorda anunciase que iba a «realizar unas microactuaciones», una opción salomónica, sin decantarse por lo barriobajero o lo cursi, sería optar por la expresión «hacer pequeñas actuaciones», porque lo de «microactuaciones» suena a «microeconomía» o a «microelectrónica».
Aunque la palma del engolamiento se la llevan, desde la noche de los tiempos, esas notas policiales en las que los agentes del ramo nunca detienen a nadie sino que «proceden a detener» y así, el · «proceder a» se adjunta a todos los verbos, para que resulte una detención mucho más fina.
Pues bien, una microactuación, un arreglillo, una pequeña actuación que no dejaría las arcas municipales exhaustas ni causaría ninguna hernia al concejal del negociado tan solo requeriría, en primer lugar, ponerse en la piel de los cientos de turistas que transitan a diario entre la Casa Natal de Picasso, en la plaza de la Merced, y el Museo Picasso de calle San Agustín, operación que, por lo que se ve, debe de ser tan complicada y heroica como los doce trabajos de Hércules, ya que no se ven los resultados.
Porque estamos hablando de algo tan sencillo, pero tan inalcanzable para nuestro Consistorio, como poner una puñetera señal informativa en el cruce de la calle Granada con la plaza de la Judería, en el lugar que estime oportuno, habida cuenta de que el palacio de Solesio está en obras, no así el resto del entorno.
La pertinencia de la señalita, que indicaría hacia dónde deben dirigirse los turistas que quieran entrar en el Palacio de Buenavista se debe a que, a diario, son decenas las personas que se desnortan y tiran por la calle de en medio, es decir, plaza de la Judería hacia arriba, para desembocar en calle Alcazabilla, en lugar de seguir hacia la calle San Agustín, por culpa de que ningún responsable municipal se ha puesto en su piel.
Esto de los carteles informativos en Málaga es un gazpacho indigesto y mal condimentado, por eso a la edición de papel le acompaña hoy un reportaje sobre estas carencias. Aquí va un ejemplo: un compañero del periódico tuvo que guiar esta semana a cuatro turistas coreanas que ya iban por la terraza de El Pimpi, porque no encontraban ni el Museo Picasso ni flechas indicativas. La semana pasada fue una turista francesa…
Recuerden el año largo que faltó de su domicilio la flecha indicativa del Museo Picasso en la esquina de calle Granada con calle San Agustín y lo que tardó el Museo de la Aduana en colocar una flechita señalando la entrada a la vuelta de la esquina…
En Málaga tenemos un problema: faltan microactuaciones turísticas de Primero de Básica. Perdón, de Primaria.