Una grabación digital de hace tres años permite revivir el caudal de conocimientos de Manuel Grund Fuerte, fallecido hace ahora un año.
El puro azar ha hecho posible que el autor de estas líneas escuche esta mañana, con todo detalle, la voz calmada y amigable de Manuel Grund Fuerte. Se trata de una grabación digital, realizada hace tres años, que se encontraba en una subcarpeta, dentro de otra subcarpeta, en la marea de carpetas de quienes tratamos de organizar los datos del ordenador.
Ese día, a primeros de abril, amenazaba lluvia y Manuel Grund paseaba, sonrisa en mano, por uno de los jardines de El Candado, acompañado por otros vecinos ilustres, mientras desgranaba recuerdos de la historia de la urbanización, que acababa de cumplir su primer medio siglo.
Hoy hace un año, en concreto, a partir de la medianoche, metidos ya en el día de San Silvestre, que nos dejó este malagueño generoso y ejemplar que siempre trató de defender los intereses generales por encima de los particulares.
Por eso mismo, ahí tenemos a Manolo Grund en julio de 2012, en una rueda de prensa en el Hotel Molina Lario, cuando comunicó la noticia de que el TSJA había anulado la licencia de obras que la Gerencia de Urbanismo había otorgado a la vecina fábrica de cemento de La Araña, una de las industrias más contaminantes de Andalucía, situada en un sitio totalmente inadecuado, amén de la procesión de camiones de gran tonelaje por el casco urbano, que también deploraba.
Por eso, puede decirse sin asomo de duda que Manuel Grund luchó contra Goliat, que además es una veterana marca de cemento.
Descendía de la famosa familia de Hamburgo que arribó a nuestra ciudad en 1832, en concreto, de un hermano de la inolvidable Trinidad Grund, paño de lágrimas de la Málaga más desvalida del XIX. En 2008 habló para el periódico de sus raíces y lo repitió tres años más tarde para un libro sobre la historia de 20 familias de Málaga y, para esa ocasión, compartió una preciosa foto del Cortijo Jurado en su época de esplendor. Pero siempre, con suma discreción, buscando el segundo plano, pues este malagueño, marino mercante de profesión, nunca fue amigo de protagonismos.
Sirvan estas líneas, esta última crónica del año, para recordarle, como lo hacen su familia, amigos y los vecinos del Candado por los que tanto luchó.
La réplica
El procés catalán está dejando su huella de estulticia en las criaturas más propensas a la tribu.
Hace unas semanas, en un tren que partía de Figueras con destino a Perpiñán, un conocido profesor malagueño, que estaba acompañado de su mujer, se topó con un revisor de la Renfe que, al notar que el viajero tenía acento andaluz le soltó por las buenas: «¡Extranjero!». El profesor no se pudo aguantar y replicó: «¡Indígena!».
Feliz 2018 y al revisor, una pronta mejoría.