Estos días, la alcubilla principal del Acueducto de San Telmo está siendo rehabilitada por el Instituto Municipal de la Vivienda, después de que la Diputación se olvidara de su veterano compromiso de rehabilitarla.
Si un lector que no conociera esta sección la descubriera ayer y continuara hoy con la lectura, seguramente concluiría que, o bien se encuentra en construcción o bien su autor está demasiado interesado por los andamios; un interés, por otra parte, justificadamente minoritario.
Porque ayer, el protagonismo se lo llevó la Fuente de Génova, rodeada de andamiaje (ahora también se conoce como sistemas de andamios, que queda más fino), por las obras de comprobación y puesta a punto de la fuente más antigua de la ciudad, después de la gran rehabilitación de septiembre del año pasado, tras las pedradas a la fuente de un grupo de mamíferos.
Y hoy, repiten los andamios o los sistemas de andamios, en esta ocasión porque abrazan la, durante tantos años, olvidada y desamparada alcubilla principal del Acueducto de San Telmo, en la confluencia de las calles Refino, Postigos y la Carrera de Capuchinos, con el escudo de su creador, el obispo José Molina Lario y, desde mediados de los 60, convertida en capilla callejera por una hornacina con la imagen de la Divina Pastora.
Al formar parte del Acueducto de San Telmo, la alcubilla es, desde 2009, Bien de Interés Cultural, pero durante lustros peregrinó por tierra de nadie, como Puigdemont por Bruselas, en este caso por la falta de brío de la Diputación de Málaga, que en este asunto, metafóricamente hablando, se echó a dormir la siesta y todavía no ha despertado de ella.
Porque, para papeles mojados y sin validez, el de una somnolienta sesión de la institución del año 2002 o quizás 2003 en la que todos los diputados alzaron la copa y brindaron al sol, con el acuerdo de restaurar la deteriorada alcubilla. Recordemos además, pasado el tiempo y sin que la Diputación hiciera acto de presencia, las palabras del entonces diputado de Cultura Juan Jesús Bernal en 2014, cuando tranquilizó a la Asociación de Amigos del Acueducto de San Telmo con esta frase: «Las cosas que se aprobaron las vamos a cumplir».
Dicho y hecho: al final, el Instituto Municipal de la Vivienda se ha hecho cargo de la rehabilitación porque si no, nos puede dar el tricentenario del acueducto (fue levantado entre 1782 y 1784) y la alcubilla sin barrer.
Las obras, para empezar, han hecho desaparecer el frontal de buganvillas que había convertido la alcubilla en un monumento camuflado. También está previsto resaltar las pilastras y los frisos de tono ocre, hoy uniformados de blanco. El resto sí irá de blanco.
En las redes sociales ha habido estos días algo de alarma por la desaparición de las tejas. Fuentes de la Oficina de Rehabilitación del Centro, del IMV, informaron a esta sección de que se han retirado para limpiarlas, ver su estado y si hay alguna dañada, sustituirla por tejas con las mismas características. Felicidades por la iniciativa.