El Ayuntamiento se toma por fin en serio el problema de la desecación de la Laguna de la Barrera y aporta la solución técnica que un vecino lleva proponiendo desde hace una docena de años.
El famoso escritor Daniel Defoe asistió de pequeño a una escuela bastante peculiar, en la que su maestro le aportaba datos científicos como que las aves, cuando emigraban, se marchaban volando a la Luna.
Pese a que los pájaros que tenía en la cabeza parecían estar en la Luna de Valencia, Defoe fue capaz de tener los pies en la tierra y escribir una de las primeras novelas realistas modernas: Robison Crusoe. La lección sobre el padre literario de Robison Crusoe y la del propio náufrago es que no debemos desfallecer ante las circunstancias adversas.
Es lo que ha hecho Rogelio López, vecino de la Laguna de la Barrera, que ha estado 13 años peleando porque esta balsa de agua nacida por la mano del hombre (la famosa extracción de arcilla para la fábrica de ladrillos de la Colonia de Santa Inés) vuelva a recuperar sus antiguos niveles de agua.
Contra viento, marea y el bostezo de la administración municipal y autonómica -durante años, vagamente interesadas en el problema- Rogelio ha seguido reivindicando una medida técnica para salvar la laguna.
Defendía Rogelio una tubería que conectara el vecino arroyo de Las Casillas, que transcurre justo al otro lado de la verja que rodea el parque, con la laguna y de esta forma aprovechar todo el agua sobrante que, de higos a brevas, suelta la depuradora del Atabal.
En 2010, La Opinión fue testigo de la visita a la laguna de la concelaja de Medio Ambiente, Araceli González, que avaló la medida y señaló que se llevaría a cabo.
En la primavera del año pasado Rogelio seguía adelante con su reivindicación pero manifestaba a este diario bastante cansancio por la sucesión de bostezos administrativos, que por entonces ya iban para 12 años, pues nada se había hecho hasta entonces.
La abogada Patricia Criado, vecina recién llegada a la zona, leyó el reportaje y decidió montar una plataforma por internet con más de 2.500 firmas, respaldada por otras mil al pie de la calle. El resultado fue la aprobación por unanimidad hace justo un año de sendas mociones de Málaga Ahora y Málaga para la Gente, para frenar la desecación de la laguna.
La semana pasada, este diario supo por el concejal de Medio Ambiente, Raúl Jiménez, que en el pleno municipal de esta semana es posible que se apruebe la medida apuntada hace una docena de años por Rogelio López. En concreto, que el agua que ni siquiera se trata en El Atabal, porque excede la capacidad, no termine de forma absurda en el mar sino que termine en la necesitada laguna. No tenía sentido gastarse tanto dinero en arreglar la zona verde que la rodea y dejar de lado la protagonista principal del parque, que sólo necesita una obra de 35.000 euros, informa el concejal, para poder empezar a levantar la cabeza. Nunca desfallezcan. Piensen en Robinson.