Los vecinos de la Sagrada Familia han transformado en vergeles unos terrizos de la avenida del Guadalmedina en los que el Ayuntamiento quería instalar bancos. Tuvieron una idea mucho más bonita.
Los patios traseros de las ciudades cuentan con la desventaja de que pueden abandonarse a la molicie y vegetar hasta convertirse en páramos urbanos. Pero también es posible, como es el caso, que la intervención de los vecinos dé la vuelta al panorama y se transformen en una de las señas de identidad de un barrio, en un discreto, que no secreto, oasis, sólo al alcance de los pocos que los frecuentan.
Esto mismo es lo que los vecinos de la barriada de la Sagrada Familia han conseguido en la avenida del Guadalmedina. Con dudosas vistas a un cauce seco buena parte del año, bien podría haber sido esta corta calle un dechado de defectos. En su contra tiene el que no sea una vía de paso salvo para los vecinos y algún conductor despistado, pues el grueso del tráfico se lo lleva la avenida Ramón y Cajal, la carretera de entrada a Málaga. Pero en la Sagrada Familia han logrado sacar partido de la situación: cuentan los bloques con unos pequeños patios terrizos en la vía pública, que el Ayuntamiento propuso que se transformaran en sendas placitas con bancos y, por lo que parece, con poco verde.
Los vecinos descartaron la propuesta y prefirieron transformar los terrizos en jardines cuidados por ellos. El resultado es estupendo. La temperatura baja muchos enteros al lado de estos pequeños vergeles, muchos de ellos acotados y techados por las mismas ramas de los árboles. Algunos cuentan en su interior con pequeños equipos de jardinería y ejércitos de tiestos para seguir dando vida a jazmines, pacíficos álamos y enredaderas. Otros, tienen butacas en las que sentirse en la primavera en pleno mes de julio.
Al igual que existen huertos urbanos, aquí hablamos de jardincitos vecinales de los que se hacen cargo quienes viven en cada bloque.
El pasado lunes el autor de estas líneas pudo hablar con un grupo de vecinas, muy orgullosas del resultado. Si a eso añadimos que la verja que da al río también ha sido ajardinada por el Ayuntamiento y que al final de la avenida sigue en pie (sin uso) el antiguo depósito de agua del barrio, resulta que el patio trasero bien merecía la visita de malagueños y turistas en busca de algo diferente. Felicidades.
El poder de la fuerza
En algún momento de finales del siglo XX, los españolitos dejaron de referirse a la saga de La Guerra de las Galaxias y optaron por llamarla Star Wars e incluso empezaron a pronunciar «yedai» en lugar de «yedi», a la hora de hablar de los caballeros de la espada láser.
Para compensar la inmersión galáctica en inglés, nuestro Ayuntamiento ha instalado en la calle Roma -el lateral del Consistorio reservado de aparcamiento a autoridades- un lector de la barrera de acceso que a muchos seguidores de la saga le recuerda bastante a Darth Vader; perdón, «Veider».