La Academia de Bellas Artes de San Telmo encauza la segunda época de su estupendo anuario con amplitud de miras.
Las investigaciones, sobre todo las desarrolladas a partir de 1980, han demostrado que el arte rupestre ni tenía como epicentro Francia y España, donde durante décadas se localizaron la mayoría de los vestigios, ni se desarrollaba únicamente en cuevas. El mensaje que dieron nuestros antepasados fue, felizmente, mucho más universal.
Será necesario hacer ahora una elipsis, parecida en el tiempo a la del inicio de la película 2001. Una Odisea del espacio, porque la segunda época del anuario de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo, cuyo número de 2016 fue presentado hace unos días, parece aspirar también a esa universalidad, por la amplitud de sus contenidos, algo que lo convierte en una valiosa miscelanea sobre Historia del Arte,de las que merece la pena conservar.
Y no es solo el aspecto físico, las cerca de 400 páginas que resumen un año de trabajo; la portada ya nos indica el propósito del anuario, pues se trata del collage Bob Dylan visita a Caravaggio, del académico y profesor de Arquitectura, Javier Boned Purkiss, en el que el Barroco y la música folk se dan la mano. La portada entronca a su vez con el artículo Querido Bob Dylan, del presidente de la Academia, José Manuel Cabra de Luna, al hilo de la concesión al cantante del Nobel de Literatura, lo que le permite reflexionar sobre una contemporaneidad artística que fusiona «técnicas, estilos, géneros e intereses estéticos» y que por tanto permite que veamos «la poesía en la canción».
El anterior presidente, Manuel del Campo, recupera la historia de dos conciertos que el legendario violinista Pablo Sarasate ofreció en el Teatro Principal, lleno hasta los topes, el año del nacimiento de Picasso. Por supuesto, tocó su Zapateado.
Además, Rosario Camacho analiza la obra de la escultora Elena Laverón, que estos días muestra algunas de sus obras en el Muelle Uno; Ángel Asenjo nos acerca a la arquitectura de la recién desaparecida Zaha Adid; Francisco J. Carrillo Montesinos se aproxima a los dólmenes de Antequera, tras su inscripción en la Lista de Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y recuerda de paso su papel de asesor durante la visitaque en 1978 realizó a los dólmenes el director general de la Unesco, Amadou-Bahtar M´Bow; Mari Pepa Lara, al hilo de la restauración de la plaza de San Francisco y su entorno, repasa los elementos patrimoniales más reconocidos, algunos ya desaparecidos, mientras que Rafael Martín Delgado aborda la evolución urbana del entorno de la calle Alcazabilla, unas de las más exitosas con la excepción de algunos áticos y terrazas de copas. Muy interesante es también el trabajo sobre la Fuente de Génova, recién restaurada, de Estrella Arcos y las aportaciones cinéfilas de Javier Boned (Manierismo, espacio vacío y arquitectura en el cine de Alfred Hitchcock) y Carlos Taillefer (Filmoteca española vs.Patrimonio Cinematográfico Español). Contribuciones que evidencian que el anuario de San Telmo sigue aspirando a lo mejor.