El puerto de Málaga es una de las bases de un buque escuela privado que ofrece a jóvenes polacos formarse como marinos en una aventura inolvidable.
Podría dar la (falsa) impresión de que el puerto de Málaga ya solo recibe cruceros y a cruceristas. Quizás sea exagerada la impresión de un servidor de que con la popularización de esta forma de ocio han ido en aumento los cruceros que se diferencian bien poco de Marina d´Or, la ciudad de vacaciones. Aunque no hay que olvidar que en muchos cruceros americanos abundan las moquetas, las máquinas tragaperras y una decoración tan delirante como la de la Torre Trump.
Sin embargo, todavía llegan al puerto barcos que parecen de otros tiempos y nada tienen que ver con estos chirriantes hoteles flotantes. Barcos en los que, por ejemplo, le era posible a un jovenzuelo recién licenciado de Derecho en Harvard enrolarse y doblar el peligroso Cabo de Hornos para conocer la California anterior a la dominación norteamericana (el estudiante, Richard Henry Dana, lo contó todo en el maravilloso libro Dos años al pie del mástil).
Todo este aroma de otros tiempos desprende un bergantín, clavadito por cierto al famoso Galveztown de Bernardo de Gálvez, si no fuera porque es algo más grande, pero con sus dos palos y vela cangreja. La embarcación ha estado atracada durante unos días junto al Palmeral de las Sorpresas y tiene un nombre que indudablemente suena: Frydreryk Chopin.
Lo curioso es la novelera historia que hay detrás porque el bergantín fue construido en 1992 en los famosos astilleros polacos de Gdansk y nada más ser botado, participó en la regata del Quinto Centenario (quedó tercero en su categoría) y pasó su prueba de fuego, como manda la tradición, al cruzar el mencionado Cabo de Hornos con el cambio de siglo, que no es ningún paseo por el estanco del Retiro.
El bergantín polaco suele participar en una regata de veleros de mástiles altos con una peculiaridad: todos son buques escuelas, porque el Fryderyk Chopin es un buque escuela privado que tiene una de sus bases en Málaga, así que los alumnos polacos llegan a nuestra ciudad en avión para embarcar en la aventura o aquí la finalizan, informa el puerto.
Imaginen la maravilla: el barco ofrece dos meses de navegación a los alumnos, que además de continuar con sus estudios se forman como tripulación. El próximo destino es Valencia, y está previsto que a Málaga vuelva el primer día de junio, para luego partir a Lisboa. Ya no regresará a nuestra ciudad hasta octubre, cuando venga de una ciudad cargada de consonantes en la Pomerania polaca: Szczecin.
El Fryderyk Chopin ha navegado con los alumnos por el Mar del Norte, el Báltico, el Mediterráneo, el Caribe y, entre medias, el Océano Atlántico.
Todavía queda romanticismo en los mares, aunque sea un negocio, pero tampoco olvidemos que el estudiante de Harvard pagó por su pasaje y trabajó como el que más en el comercio de pieles, así que, hurra por estos nuevos capitanes intrépidos.