José Luis Quero, funcionario jubilado del Ayuntamiento, conserva un trozo de mármol de las antiguas aceras de la calle Larios, regalo de sus compañeros durante la peatonalización.
Hace cosa de un mes, la sección Mirando Atrás de este diario repasó la vida del granadino José Luis Quero, un funcionario jubilado del Ayuntamiento de Málaga muy admirado por sus compañeros, que a sus 87 años sigue manteniendo el buen humor y una memoria asombrosa. Con José Luis pudimos repasar buena parte del urbanismo malagueño, pues trabajó en Vías y Obras nada menos que con siete alcaldes, desde Pedro Luis Alonso a Pedro Aparicio.
Y por supuesto, la evolución de Málaga que, como recordó, fue de la mano con la técnica empleada: primero, con mulos, serones, picos y palas, después (con la llegada de las bases americanas), los primeros martillos neumáticos y nuevas sorpresas de la técnica.
Por cuestiones de espacio, no pudimos incluir un bonito recuerdo que guarda con mucho cariño. Se trata de un trozo de mármol del pavimento de la calle Larios anterior a la peatonalización. Cuando comenzaron estas últimas obras, en el arranque de este siglo, sus antiguos compañeros de la Gerencia de Urbanismo tuvieron el detalle de regalarle este recuerdo, sujeto a una base de metacrilato, con una placa conmemorativa.
Como subrayó José Luis Quero, si importantísimo para Málaga fue la peatonalización de la calle Larios, en los años 60 supuso una revolución la renovación de sus aceras (por alguna extraña razón, hoy las administraciones prefieren el relamido término acerado).
No sólo fue la puesta a punto de la principal calle de Málaga sino, sobre todo, el simbólico salto cualitativo del nivel de vida de la ciudad, que daba un portazo a la posguerra, hasta el punto de que fue muy comentada en toda España el hecho de que Málaga fuera a estrenar aceras de mármol. Como recuerda José Luis Quero, fue una suerte de lujo asiático, pues por entonces las ciudades españolas no lucían esos materiales, salvo alguna población con canteras de mármol como Macael. Así que el mármol gris, verde y crema de Sierra Elvira relevó a las losas de piedra de Algeciras. El trozo que conserva este afable funcionario municipal es de mármol verde.
Mientras el firmante escribe estas líneas, la mesa de al lado, la de mi compañero Miguel Ferrary, está presidida por un pequeño adoquín de mármol ligeramente rosado. Es un recuerdo de la peatonalización de la calle Larios y la plaza de la Constitución en 2002. En unos años, si no lo ha adquirido ya, tendrá un notable valor sentimental e histórico, porque también esa renovacion de la calle y la plaza principales supusieron, con el destierro de los coches, que la ciudad estuviera lista para su gran renovación turística.
Algún día habrá que hacerle una foto a José Luis Quero con estas dos piedras, que simbolizan los avances ilusionantes de Málaga en el último medio siglo. Que todo no va a ser el hotel del Puerto.