Nuestro Consistorio no para de lanzar propuestas de evolución del español para forjar el castellano del futuro. Su último hallazgo, una simbólica fusión entre Shakespeare y Cervantes.
Como recordarán, la aportación más importante del Ayuntamiento de Málaga al léxico español actual es esa excéntrica fusión y anulación de dos barrios históricos de nuestra ciudad que está detrás de la expresión Trinidad-Perchel. El ninguneo que hay detrás de este palabro administrativo es mayúsculo, pero nuestros políticos, expertos en un español cada vez más desnortado y alejado de la calle, siguen erre que erre, dando por hecho que estos dos barrios forman una unidad que lo único que promueve es que cada vez estén más desdibujados y se empleen como desproporcionados receptores de viviendas sociales, con las consiguientes quejas de que se crean guetos (otros barrios, con los nombres sin fusionar, claro, apenas acogen una cifra simbólica de ellas).
Como vemos, el uso de los nombres no es inocente. Pero el papel de nuestro Ayuntamiento no es sólo el de innovar en español y aportar palabros de su invención, también es capaz de hacer lo mismo en inglés o en todo caso, de ofrecernos una brillante propuesta que conjugue las lenguas de Shakespeare y Cervantes.
Es lo que ha hecho al anunciar la pasada semana que iba a distribuir 25.000 «flayers» entre los comercios del entorno de la Alameda, para «visualizar»la presencia de estas tiendas durante las (eternas, chapuceras) obras del Metro.
En realidad, nuestro Consistorio tenía a mano, como mínimo, una terna de opciones para haber sustituido «flayers» por sustantivos en español más comprensibles para los malagueños. Ahí tenemos el clásico «prospecto» y si se quiere algo menos anticuado, podía haber optado por «folleto» y, en último caso, haber escogido la traducción literal al español, que no es otra que «volante», es decir la hoja suelta de papel.
Pero de lo que se trata es de abrir nuevos campos al castellano del siglo XXI, por eso ha escogido este palabro casi biónico, porque en realidad, en inglés no existe la palabra «flayer» sino «flyer», sin la a, así que nuestro Ayuntamiento lo que ha hecho con gran pericia es adaptar a la lengua de Quevedo el volante inglés. Eso sí, su audacia no ha llegado al punto de convertir el plural de «flayer» en «fláyeres», sino que se ha limitado a mantener el plural anglosajón.
Como se ve, una labor de ingeniería lingüística que ríete de Manuel Seco o de María Moliner.
Pero, si en la neobarroca sede consistorial de la avenida de Cervantes se está diseñando el español del futuro, ¿por qué nuestros políticos no intervienen hoy mismo en la Real Academia de la Lengua con un histórica ponencia titulada Aportaciones al castellano desde el Ayuntamiento de Málaga? (el abuso de la preposición de lugar, otra seña de identidad del político malaguita).
Nuestros munícipes deben dar a conocer cuanto antes el tesoro lingüístico que están forjando de forma denodada y discreta y dejar para la semana que viene el reparto de flayers en la Alameda o, ya puestos, en Trinidad-Perchel.