Un micrófono para salvar el Cervantes

8 Abr

En los años 80 el locutor Domingo Mérida emprendió una constante campaña para rescatar del olvido el desvencijado Teatro Cervantes. Justo es recordarlo en estas fechas.

Era un servidor un mozuelo de 12 años y lo más llamativo, lucía un flequillo castaño y gafas de culo de vaso cuando empezó a escuchar la radio por las noches y a tratar de entender la ciudad en la que vivía.

Hasta entonces, por eso de la edad, había sido un mero escenario por el que a uno le trasladaban o se trasladaba, bien fuera para ir al colegio, al cine, a un cumpleaños, a ver las procesiones o a asistir a la cabalgata de Reyes.

En todo caso el Centro Histórico, con la excepción de islas de tranquilidad como la plaza de la Merced o el Parque, era tan solo un escenario peligroso, invadido por un tráfico endiablado que se colaba por cualquier callejuela.

Andar por las aceras, muchas de ellas estrechas de por sí, era hacerlo apretujado, mientras uno trataba de no empujar al que iba en dirección contraria y, de paso, evitaba en la medida de lo posible mancharse con el vecino desfile de retrovisores de los coches y las popas de las motos.

En esa Málaga que hacía un corte de mangas a la movilidad y que tenía bastante con solventar las infraestructuras básicas todavía sobrevivía la Casa de la Cultura, como símbolo de una ciudad cegata e insensible con su patrimonio.

Y fue escuchando la radio, cuajada de emisoras con nombres ya desaparecidos como Radio Popular, Radiocadena Española o M80 cuando el niño de entonces descubrió un programa de radio sobre la historia y los problemas de la ciudad que dirigía el conocido locutor Domingo Mérida.

Fue a través de este programa que un servidor conoció del estado destartalado y polvoriento en el que se encontraba el Teatro Cervantes. Este locutor, noche tras noche, puso en marcha una campaña para salvarlo, dio a conocer su historia, entrevistó a expertos, a ciudadanos que lo habían conocido en sus mejores tiempos…. Era, decía, una vergüenza que el teatro más relumbrante de la ciudad fuera un cascajo abandonado.

Supe entonces que un antepasado, comerciante de aceites que lucía levita y cara de funeral en una vieja fotografía, había tenido un palco en el Cervantes, como era la norma entonces entre los aficionados con posibles. Sin duda habría sido contemporáneo de Henry James, quien buena parte de sus memorias (Un chiquillo y otros) las dedicó a recordar un tipo de teatro desaparecido tras la I Guerra Mundial que fue el que vio esa primera hornada de espectadores del Cervantes.

¿Volvería a abrir algún día? La radio le trajo a ese niño de doce años el primer ejemplo de reivindicación del patrimonio histórico-artístico de Málaga y otro punto de vista de su ciudad natal.

Al poco tiempo, los políticos se pusieron las pilas y salvaron el Teatro Cervantes. Y cosas del destino, el padre del firmante estuvo en esa suerte de patronato de recuperación. Han pasado 30 años. Felicidades a todos los que lo hicieron posible. Incluido, por supuesto, el infatigable locutor Domingo Mérida.

Una respuesta a «Un micrófono para salvar el Cervantes»

  1. Nunca agradeceremos bastante a Domingo Mérida su pasión por Málaga y su historia; desde los micrófonos de Radio Juventud o a pie de calle nunca decepcionaba; gracias a él muchos malagueños que hoy peinamos canas -o ya ni eso- hemos pasado muy buenos ratos, bien oyendo la radio o en las muchas actividades en las que participaba. No sé si estará aún entre nosotros o ya es «tierra a la tierra y polvo al polvo», pero nuestro agradecimiento lo tendrá para siempre.

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