Después de meses de olvido en la céntrica Alameda Principal, uno de los pasos de cebra más agrietados de la Península Ibérica recibe, por fin, lo que merece: la
capita de asfalto de rigor.
La maquinaria burocrática, ya lo sabemos, en ocasiones se comporta como esas apisonadoras antediluvianas que adornan un par de puntos de la Ronda Este.
Desde que se detecta el problema hasta que se aplica la solución pueden pasar meses, incluso años y a veces, la respuesta llega, o bien porque aparece en los medios de comunicación -síntoma de que los vecinos muchas veces están hartos- o bien porque, por puñetera casualidad, el responsable del ramo pasa por el sitio denunciado y cae en la cuenta del problema.
Algo así ha debido ocurrir con el paso de cebra del lateral sur de la Alameda Principal, el más próximo a la calle Córdoba. Pese a las denuncias de esta sección y la constatación de que difícilmente podía estar en un sitio más céntrico y transitado, pocos mortales podían recordar el paso de cebra sin su rastra de fallas tectónicas.
Para muchos peatones -los que no compartimos las condiciones físicas de Usain Bolt o Gemma Mengual- cruzar el paso de cebra era como surcar la laguna Estigia, porque te la jugabas en cada centímetro de asfalto agrietado.
Las especiales circunstancias de lo que los expertos de tráfico llaman, para espanto de los amantes de la sencillez verbal, «la señalética horizontal», hacían que estuviera pintado de amarillo, por las cansinas obras del Metro de Málaga. Y ya sabemos, por la Historia, que pintar algo de amarillo es señalarlo y discriminarlo, restarle valor, y así se explica que se haya pasado tantos meses hecho unos zorros, surcado por desgarradas formaciones geológicas sin que ningún concejal, diputado o delegado cayera, cuando menos, en la cuenta.
Este panorama desolador desapareció, para alivio de las saturadas consultas de Traumatología, hace unos pocos días, cuando varios operarios le aplicaron una ancha lengua negra de asfalto que ha hecho desaparecer el desaguisado tectónico.
Si ha tardado tantos meses en repararse un paso de cebra en la Alameda Principal, la única solución que un servidor ve para que estas cosas no sea repitan sería organizar, todas las semanas, recorridos peatonales obligatorios de dos horas para nuestros concejales por sus respectivos distritos.
Sólo así, con nuestros cargos públicos tropezando y levantándose, como el resto de los mortales, se arreglarán antes los problemas de las calles de Málaga.
Los puestos
Algunas palabras clásicas malagueñas han desaparecido por el tono despectivo que con el tiempo han ido adquiriendo. Es el caso de los puestos en los que se vendían agua y refrescos, conocidos popularmente como aguaduchos.
Pese a que la palabra deriva nada menos que del acueducto de los romanos, la aparición de la terminación -ucho,como feúcho o delgaducho, ha terminado por desterrarla.