El Limonar se estrena en los últimos tiempos como barrio que plantea, de forma organizada, reivindicaciones al Ayuntamiento y la Junta de Andalucía. Nunca es tarde si la dicha es buena.
En el movimiento vecinal de Málaga se ha dado una involución o, como mínimo, un cambio de objetivos. Muchas de las asociaciones de vecinos que en los años 70, 80 y 90 reclamaban mejoras para sus barrios, se han ido transformando con el tiempo en colectivos que ofrecen una amplia gama de actividades, talleres y fiestas de todos los colores, pero a su vez, han ido aparcando las reivindicaciones.
En ocasiones, porque en todos estos años se han conseguido los principales fines, en otros, por aburrimiento del personal ante la falta de resultados o por considerar que pasó el tiempo de las pancartas. Es decir, que se perdió por el camino la capacidad crítica.
Lo llamativo es que, un barrio en el que los vecinos jamás se organizaron para reclamar equipamientos ni mejoras, irrumpe ahora en el movimiento vecinal. Hablamos del Limonar, que arrastra el sambenito del barrio más privilegiado de Málaga, quizás porque en el imaginario popular se tiene todavía la visión de ese barrio de hotelitos, como se llamaban entonces, pequeñas y grandes mansiones de la burguesía del siglo pasado.
Pero el caso es que esas grandes casas son hoy la excepción y si siguen en pie, albergan sedes como la del Colegio de Arquitectos. En nuestros días, El Limonar está ocupado en su inmensa mayoría por urbanizaciones con vecinos de clase media y media alta que, en esta segunda década del siglo XXI, han concluido que tienen derecho a los mismos equipamientos que otros rincones de Málaga, que hace lustros que disfrutan de ellos.
Por este motivo, el año pasado surgió el movimiento ciudadano por una biblioteca en El Limonar, que como anunció este periódico esta semana, cuenta ya con el respaldo de seis asociaciones de padres de alumnos de colegios del entorno (centros públicos y privados). Y por eso se ha sumado también la nueva asociación de vecinos Limonar Caleta, que está convencida de que si no dan a conocer sus reivindicaciones, seguirán sin equipamientos públicos o sin la deseada reforma del arroyo de la Caleta, que para empezar necesita el reforzamiento del puente de la avenida del Pintor Sorolla, como anunció la Junta de Andalucía, también en este diario.
La última tromba de agua, eso sí, ha hecho posible, por fin, una reunión entre los vecinos y el alcalde, algo que llevaban pidiendo desde noviembre de 2015. Pocas veces un barrio de Málaga ha esperado tanto tiempo para reunirse con el Ayuntamiento.
Al firmante no le cabe duda de que, con el tiempo, se harán realidad buena parte de las reclamaciones, porque además, sigue siendo un barrio en crecimiento y pronto llegarán las Colinas del Limonar. Los vecinos de este rincón de Málaga están aprendiendo que, en lo que concierne a la gestión pública y por mucho que se desmienta, desde la noche de los tiempos el que no llora no mama. Felicidades.