Adif y la Junta de Andalucía cuentan alúas mientras los antiguos talleres de Renfe, junto a la estación, llevan siete años esperando conocer cuál de las dos partes
repone la fachada perdida.
Entre los adjetivos descalificativos con más uso, curiosamente la Real Academia de la Lengua Española incluye «huevón» pero no la versión femenina, «higona» o «jigona» -en la variante andaluza-, aunque los dos se emplean en ambos sexos, así que una mujer puede ser «huevona» lo mismo que un hombre, un «jigón».
Lo que los expertos discuten es si esos adjetivos pueden aplicarse a las administraciones públicas y de paso, a algunos entes u organismos de dilatada experiencia en esto de retardar la solución de los problemas. La pachorra administrativa existe como existe la de Mariano Rajoy o, en su tiempo, la de Pedro Solbes, políticos que difícilmente padecerán estrés, algo que su salud le terminará agradeciendo.
El caso es que a comienzos de mes, La Opinión recogió la reclamación de la Asociación en Defensa de las Chimeneas y el Patrimonio Industrial de Málaga, para que recuperaran para uso social o cultural los antiguos talleres de Renfe, de la calle Mendívil, al lado de la estación de tren, más tarde Centro de Exposiciones Sur. Se trata de un precioso ejemplo del Patrimonio Industrial de Málaga, que por supuesto, faltaría más, no se encuentra en el ridículo, por escualido, catálogo de edificios protegidos del PGOU actual.
Construido a comienzos del siglo XX, fue el taller de la Compañía de Ferrocarriles Andaluces, en cuyo nacimiento participó Jorge Loring, así que es más antiguo que la propia Renfe y tiene un innegable valor arquitectónico, por mucho que no lo aprecie, hasta la fecha, nuestro
El problema estriba en que las obras de la línea 2 del metro obligaron a retranquear la fachada en 2010 y se quedó sin el frontal.
Y aquí entran en juego un ente huevón y una administración jigona, o viceversa: Adif y la Junta de Andalucía, porque cada uno sostiene que ha cumplido su parte, y mientras Adif espera que la Junta reponga la fachada, como supuestamente acordaron, la administración autonómica responde que a lo único que estaba obligada era a guardar los sillares de piedra retirados y a tapar el estropicio con una verja metálica, como hizo en su día.
Lo preocupante es que, cada vez que un medio de comunicación saca el asunto, las dos partes expresan su punto de vista, y dejan pasar los meses hasta que a otro periodista se le ocurre llamar.
En esta ocasión, Adif ha anunciado que llevará a la Junta a juicio si no arregla los talleres, y que su intención es convertirlos en oficinas de Adif y Renfe o cualquier otro uso compatible. Pero ya me dirán el panorama, porque los edificios de este tipo y en esta situación no esperan a que unos responsables de lento proceder se pongan de acuerdo o, en el peor de los casos, a que decidan los tribunales.
Han pasado siete años y aquí tenemos a los dos contrincantes contando alúas. A huevones o jigones, como prefieran, les ganan pocos. Y los talleres sin barrer.
Como las administraciones están compuestas por mujeres y hombres, ¿podemos llamarlas jigonas y huevones? Hmmm