Nuestro Consistorio vuelve a empecinarse en la burrada de fusionar dos barrios históricos como La Trinidad y El Perchel y convertirlos en «el barrio de Trinidad-Perchel». Una patada municipal a la Historia.
Un curiosísimo libro sobre la huella del judaísmo en Andalucía expone la teoría de que los castigos infantiles estarían cargados de un intenso simbolismo antijudío.
Así, el clásico castigo que ponía al niño de rodillas y con los brazos en cruz se habría aplicado originalmente a judíos o a falsos conversos y lo mismo hay que decir del que ponía al niño de cara a la pared, que no sería sino una burla del rezo ante el Muro de las Lamentaciones.
En la misma línea, aunque sin castigo que valga, la costumbre todavía persistente en algunos pueblos andaluces de limpiar y orear la casa los sábados por la mañana, vendría, señala esta obra, de la exhibición pública de los conversos para demostrar al resto del pueblo que realizaban labores en pleno sabbat como cualquier cristiano y por tanto que habían abandonado sus costumbres judías.
Por todo ello, a nuestro Ayuntamiento no habría que ponerlo, simbólicamente ni de rodillas ni de cara a la pared sino aplicarle unas orejas de burro, que es un castigo mitológico que ya sufrió el sobrao del rey Midas, por su querencia desde hace algunos lustros por deformar la historia de dos de los barrios más antiguos de Málaga, uno de ellos con doble presencia en la obra de Cervantes, que un servidor sepa.
Pero ni siquiera la doble huella cervantina detiene a nuestro Consistorio en su burricie, pues esta misma semana informó de que iniciaba las obras de 16 viviendas protegidas y un local comercial en la calle Calvo, que según la delirante teoría municipal se encuentra «en el barrio de Trinidad-Perchel».
Este barrio imaginario, desprovisto de artículos y convertido en una unidad administrativa bastante minusvalorada comprendería en realidad los antiguos barrios de La Trinidad y El Perchel, mencionado tanto en El Quijote como en Los trabajos de Persiles y Sigismunda y qué decir de La Trinidad, cuyo origen se encuentra en la propia conquista de Málaga. Así que galones históricos no les faltan.
Pero todo este transcurso de los siglos a nuestro Consistorio le importa un pimiento, así que no se extrañen si en los próximos años van surgiendo otras asnadas municipales como los barrios de Malagueta-Limonar, Capuchinos-Ciudad Jardín o La Luz-La Paz, este último, el más próximo a cuajar puesto que ya existe una parada de metro que menciona las dos barriadas.
Estas repetidas quejas son, bien lo sabe un servidor, agua de borrajas. Nuestros políticos están más centrados en asisir a la Startup Europe Week que en llamar a las cosas por su nombre, de forma correcta y si es posible en español.
Al convertir en un único barrio El Perchel y La Trinidad, nuestro Ayuntamiento, además de ignorancia, demuestra tener muy poca consideración con quienes viven en esta parte de Málaga.
Por cierto, la calle Calvo, como sabe casi todo el mundo, está en El Perchel. Hasta nueva orden.