El Ayuntamiento completa la urbanización de un pasaje peatonal que comunica la zona de Carlos Haya con el Parque del Norte y que las asociaciones de vecinos reclamaban desde hacía cerca de diez años.
Cuando faltaban pocos días para que en el otoño pasado los malagueños celebraran la festividad norteamericana de Halloween, tan poblada de enfermeras ensangrentadas, muertos vivientes y otras creaciones poéticas, La Opinión publicó un reportaje en el que informaba de que el auténtico Pasaje del Terror se encontraba en Nueva Málaga. Y se encontraba en este barrio vecino del Parque del Norte porque había que armarse de valor para recorrer lo que en buena parte de su recorrido era un pasillo terrizo de poco más de cien metros, repleto de basura; un vertedero en el que era posible encontrar, lo mismo un carrito de la compra que botellas previamente vaciadas en el lugar por los usuarios que allí las depositaban, y vecinos hubo que se toparon con jeringuillas por supuesto usadas. Tampoco hay que olvidar que muchas jornadas presentaba el aspecto de un campo minado, porque los dueños de perros lo usaban de pipicán.
Pese a que el tramo no era nada recomendable, era utilizado por necesidad por numerosos vecinos del entorno, ya que se trataba del camino más corto entre la zona de Carlos Haya y el Parque del Norte.
La otra alternativa era dar un rodeo por los extremos de esta zona verde, una opción desechada, por ejemplo, por la mayoría de los padres que llevaban a los niños al Colegio Altabaca, en la plaza Fernando Hipólito Lancha junto a la calle La Argentinita, frente al Parque. Aunque podían acortar por una suerte de escalera de la película El acorazado Potemkin, con 30 peldaños no aptos para progenitores con carritos o personas mayores que no quisieran aumentar sus problemas de rodilla.
En el reportaje contaba su caso Petra Aragonese, una vecina que tenía que bajar a su nieto a diario por la escalera, «con la silla del chico a la espalda», pese a sus dolores de ídem.
Y por supuesto, un vecino con movilidad reducida se hizo la foto al comienzo del terrizo porque no pudo continuar por un paseo tan accidentado.
El caso es que las asociaciones de vecinos de Nueva Málaga y El Ciprés llevaban cerca de una década pidiendo al Ayuntamiento el arreglo del tramo peatonal. Y casualidad o no, la denuncia en el periódico surtió efecto y el distrito de Bailén Miraflores anunció en esa misma información que arreglaría de una vez el paseo por medio de la Gerencia de Urbanismo.
Los vecinos no pedían una Avenida de los Campos Elíseos sino algo muy básico, que es lo que se ha hecho y es más, tampoco se ha optado por ajardinar los laterales, sencillamente porque las zonas verdes de esta parte de Málaga no han sido recepcionadas todavía.
El resultado sin embargo supone, en este rincón de Nueva Málaga, un gran paso para la Humanidad, porque se dejan atrás los miedos irracionales de un pasaje del terror soportado durante demasiados años por los vecinos. Felicidades.