Ni gaviotas ni cuervos, si el director británico viviera en la Málaga de nuestros días, para la película Los pájaros emplearía solamente cotorras argentina.
El físico es engañoso, ahí tenemos a Alfred Hitchcock. El hombre nunca fue un adonis. Parecía el típico señor que por la noche cenaba un sopón con un pero y se quedaba frito con la cabeza reclinada en la servilleta a modo de babero.
Nadie descarta que esa no fuera su rutina y que su mujer pasara una cenas inolvidables, pero como muchos saben, aparte de atosigar a actrices, Hitchcock filmó obras maestras que todavía hoy conmueven.
Entre ellas, la más desasosegante, sobre todo por su final abierto, es para un servidor Los pájaros. La escena del parque infantil repleto de cuervos mientras los protagonistas pasan por delante como si fueran nazarenos con promesa de silencio pondria de los nervios hasta a Mariano Rajoy, que no se caracteriza por la continua expresión de sus emociones.
Sería que estas Navidades el firmante volvió a ver Los pájaros, porque ayer por la mañana la película volvió a la alopécica cabeza de un servidor, al contemplar cómo cruzaba el cielo de la calle Alcazabilla una banda ingente de cotorras. ¿Serían cincuenta o influyó la obra de Hitchcock en la percepción?
El caso es que volaban en formación y rompieron el silencio de la mañana con un griterío espeluznante, que ríete tú de las mitológicas arpías.
Libres en general de depredadores y con la costumbre de dormir arrejuntadas en nidos gigantescos, para conjurar el frío del suave invierno de Málaga las cotorras, ya sean cotorras argentinas o de Kramer, tienen bastante más futuro que, pongamos por caso que Susana Díaz en política, y eso que nada apunta a que se vaya a retirar para estudiar oposiciones.
Los popularmente llamados loritos están ya en todos los parques de Málaga y se les puede ver pastando en el Parque Litoral pero también hollando las alturas del Parque de Málaga y ojo con los nidos de la calle Velarde
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Son unos animales sin fronteras, que, mira por dónde, han protagonizado una moción aprobada en el pleno municipal de esta semana en la que el PP pedía a la Junta autorización para que el Ayuntamiento aplique medidas más eficaces contra esta plaga.
Hasta la fecha, la Junta suele dar unos tres permisos al año para que el Consistorio controle y elimine gaviotas, tórtolas turcas y nidos de cotorras. Ahora se quiere dar un paso más y eliminar huevos y cotorras, de las que en España había en 2015 unas 20.000 y Málaga era la tercera ciudad con más ejemplares.
Con estos datos, y como uno es muy impresionable, cada vez que el firmante escucha el desagradable cotorreo de los loritos se siente como Rod Taylor -salvando todas las distancias- a punto de ser confundido con una miga de pan gigante y por tanto, a punto de convertirse en cena pajariega. Sin sopón ni pero que valga.