En nuestra ciudad hay lugares privilegiados que nos deparan por sorpresa un verdadero observatorio de nuestra ciudad.
Hay edificios en Málaga que suponen catástrofes estéticas, violentas interrupciones del cielo mediterráneo que bien podrían pasar por maldiciones bíblicas de nuestros tiempos gracias a un peculiar urbanismo costeño, que siempre es más argresivo e irrespetuoso que en las ciudades del interior, al menos en España.
Pero incluso de lo malo se puede sacar un excelente partido. Es lo que ha hecho una pareja de malagueños que, hace tres lustros, adquirió a muy buen precio dos pisos en la última planta de un bloque asomado al Guadalmedina, junto al Centro Histórico, en ese irregular frente de edificios que tiene al otro lado El Perchel, y que será mucho más irregular y abrupto cuando Moneo levante la versión contemporánea del Málaga Palacio en Hoyo de Esparteros.
La pareja se topó con dos pisos tenebrosos y casi irrespirables y quién sabe si el aspecto hizo que el precio se fuera rebajando porque los posibles compradores salían con una dosis de depresión a la espalda, conscientes de que no se podía sacar partido a los inmuebles.
Pero con paciencia y esfuerzo, este matrimonio ha transformado una pareja de viviendas con paredes forradas de terciopelo rojo de otros tiempos y persianas rotas en una resplandeciente casa de paredes blancas, con unas ventanas y terrazas que prácticamente ofrecen una vista de 360 grados de Málaga.
Si el pirata de Espronceda tenía Asia a un lado, al otro Europa, y allí enfrente, Estambul, este piso prodigioso permite ver desde la torre achatada del Puerto de la Torre hasta la cima del San Antón y enfrente, la Noria del Puerto.
Por su disposición, al atardecer, cuando empieza a despedirse el día y se encienden las luces de los monumentos, el espectáculo es inmejorable. De acuerdo que existe contaminación lumínica, pero desde este Broadway de las alturas refulgen la Catedral, las iglesias del Sagrado Corazón, los Mártires y San Juan, pero sin necesidad de esperar a este show del atardecer, también se aprecian la iglesia del Santo Cristo, las Casas de Campos y al otro lado del río, San Pablo y si fijamos bien la vista también detectaremos la iglesia de la Trinidad, junto al antiguo convento.
Desfilan ante nosotros, además, todos los montes que cicundan nuestra ciudad, desde el de las Tres Letras y Gibralfaro hasta el Cerro de la Tortuga,el Monte Coronado y por supuesto, las primeras estribaciones de los Montes de Málaga, además del mencionado San Antón.
Desde estos andurriales, el edificio de las angulas Aguinaga parece un chalecito y Santo Domingo, una maqueta perfecta.
Si hubiera que elegir un Empire State con vistas neoyorquinas de nuestra ciudad, este sería uno de los más serios candidatos.
Levantado el espanto arquitectónico hace ya muchas décadas, qué menos que sacarle partido con inteligencia y buen gusto para poder vivir en un sueño de 360 grados.
Sr. Vázquez, aunque usted no lo indica porque está en un domicilio privado, ese mirador creo que es el edificio del pasillo de Santa Isabel, núm. 14 y desde el Google Earth se asemeja al famoso edifico Flatiron de Nueva York. Por cierto, muy controvertido en su época, que dicen que cambió hasta el aire de la Gran Manzana. Y es que hay que respetar la tradición, pero no la autoridad, como nos recomienda Gombrich refiriéndose a la arquitectura y al arte en general. Porque si no, se les privaría a la generaciones futuras ser creadores y artistas.
Saludos y feliz año 2017