Las casas natales a veces no son tales o exhiben un popurrí de mobiliario ajeno. Lo importante es el simbolismo, por eso la casa natal de Cánovas es posible.
De las casas natales de personajes conocidos o casas en las que vivieron, lo importante no es la veracidad del emplazamiento o su contenido sino el símbolo, el que exista un lugar que recuerde los orígenes o la estancia del homenajeado.
Por poner un ejemplo, un servidor recuerda, por contactos familiares, el trasiego que supuso montar la casa natal de Salvador Rueda, en Benaque, que se amuebló, en buena parte, con muebles de un conocido político malagueño. El político, ya fallecido, era experto entre otras lides en muebles de otros tiempos, así que ejerció de estupendo director artístico y logró la ambientación adecuada.
Pero en todas partes cuecen habas: pasó algo parecido en un lugar mucho más remoto que el quinto pino, la ciudad de Harar, en Etiopía. Allí se encuentra la casa en la que vivió el famoso poeta francés Jean Arthur Rimbaud, que se pasó cerca de una década por esos andurriales, un tiempo en el que envió unas tristonas cartas a su familia que no servirían para un libro de autoayuda. Además, trató de dedicarse al dudoso oficio de traficante de armas.
El caso es que la casa de Rimbaud tiene la particularidad de que nunca la pisó el artista. De hecho, ninguna de las tres casas en la que en esta ciudad vivió está en pie, así que las autoridades escogieron una vivienda bonita y antigua y la convirtieron en casa oficial del poeta.
Este asunto recuerda un poco a lo que durante muchos años sucedió con la casa natal más famosa de nuestra ciudad, la de Pablo Ruiz Picasso, en las Casas de Campos. El pintor nació en la segunda planta del actual número 15. Lo curioso es que en los comienzos de su apertura al público la casa natal sólo incluía la primera planta, aparte de que donde pasó la inmensa mayoría de sus años malagueños fue en un tercer piso del actual número 17, al que se mudaron a los dos años o tres de nacer el artista.
Todo esto nos indica que en lo que respecta a las casas natales o las dedicadas a personajes famosos, no es de vital importancia si nació, vivió o si utilizó los muebles que el turista contempla en cada visita.
Por eso, sería tan sencillo poner en marcha, uno de estos lustros, la casa natal de Antonio Cánovas del Castillo o cualquier otra sede que recordara la memoria del personaje más importante en la Historia de Málaga, después de Picasso.
Su casa, en la calle Nuño Gómez, es hoy un solar. El Ayuntamiento desistió en 2012 de recuperar el edificio, pese a que las obras contaban con fondos europeos, pero no parecían suficientes.
Cualquier solución sería positiva para recordar su papel en la política española, pero también en el periodismo y la literatura: desde reconstruir la casa natal, aprovechar alguna del entorno o buscar un emplazamiento más céntrico, pues lo primordial es divulgar que Cánovas nació en esta ciudad y Málaga debería sacar partido turístico y cultural de ello.