El Parque sigue siendo el tradicional campo navideño de pruebas pirotécnicas porque el Bando Municipal de Navidad bebe de la ciencia ficción.
Como saben los seguidores de la saga, la ciencia ficción es un camino sin fin, sobre todo cuando da montañas de dinero, así que vamos a tener Guerra de las Galaxias hasta en la sopa. Pero no sólo los productos que rinden se acogen a la ciencia ficción; en Málaga, por ejemplo, contamos cada año con el bando municipal de Navidad y Fin de Año, que es de las raras ocasiones en que nuestro cartesiano alcalde echa a volar la fantasía.
De hecho, el bando es puro derroche de imaginación al menos en tres de sus nueve puntos: el punto primero prohíbe las pintadas en la vía pública; el segundo, el uso de petardos «y otros artificios pirotécnicos» (cohetes y petardos gordos) en la vía pública y por supuesto el noveno, que pide el respeto y colaboración en el cumplimiento de lo dispuesto en el bando.
En el asunto de los petardos, sólo hay que recorrer cualquier mañana el lateral norte del Parque, el más pegado al Málaga Palacio, para ver cómo personas de todas las edades se saltan el bando a la torera en sus distintas modalidades, incluido el salto a la garrocha. Ayer mismo, sobre las 11 de la mañana, en el tramo comprendido entre el busto al marqués del Guadiaro, Carlos Larios y Martínez, y el monumento al comandante Benítez, podían encontrarse cientos de restos de petardos de distintas hechuras, algunos de los cuales podrían haberse utilizado en la película Calabuch sin ningún complejo.
Pero hay más, porque el pedestal escalonado del marqués de Guadiaro sirve a las mil maravillas para colocar los petardos. Así al menos se deduce de los restos que hay en cada peldaño escultórico, de ahí que los usuarios tengan la posibilidad de armar barullo a varias alturas.
Son los misterios de la administración. Se permite la venta debidamente autorizada de petardos en los puestos navideños pero no que se enciendan en la vía pública y, como se dice en Málaga, «peguen el explotío». ¿Qué pretenden con esta medida las autoridades?, ¿qué los petardos los exploten los malagueños en mitad del cuarto de estar o dentro de un baúl?
Las chorradas, cuando son grandes, suelen compararse con un piano y esta contradicción legislativa lo es y además un piano Steinway.
Lo único positivo de la situación es que, hasta la fecha, no ha ardido ningún arbolito en el Parque. El año pasado, recordarán, el uso de petardos provocó el incendio de las luengas barbas de cuatro palmeras whashingtonias a la altura del Ayuntamiento.
Esta sección habló ayer con el responsable de Parques y Jardines, Javier Gutiérrez del Álamo, que confirmó que las palmeras incendiadas hace un año se encontraban en buen estado y hacían una vida normal.
El paseante que descubra junto a los puestos un par de zonas de palmitos semidestruidas y acotadas con cintas del Atlético de Madrid deberá recordar que se trata de incendios que tuvieron lugar al final de la Feria. Acuérdense del librito de Cortazar, Todos los fuegos el fuego. Pura ciencia ficción.