Con lo lustroso que está y lo mucho que ha costado, el Museo de Málaga no cuenta con un cartelito que dirija a los turistas a la entrada principal.
Alguna vez hemos hablado en esta sección que en nuestra ciudad no se presta atención a los pequeños detalles que, de hacerse realidad, en absoluto supondrían una merma importante para las arcas públicas y realzarían la imagen de Málaga.
Son detalles que sólo se echan en falta al patear la calle y ya se sabe que este es uno de los hándicap de nuestros políticos, que a veces se asemejan a androides de protocolo, capaces de asistir, en un solo día, a veinte actos distintos en veinte puntos diferentes de Málaga y sin embargo, este continuo vaivén es lo que muchas veces les impide conocer a fondo la ciudad que gestionan, con independencia del color político.
Es la única explicación que a un servidor se le ocurre cuando comprobó que el cartel indicativo del Museo Picasso, frente al mismo, en el cruce de la calle Granada con la calle San Agustín, estuvo ausente de su domicilio durante nada menos que año y medio. En todo ese tiempo, legiones de turistas y visitantes lo tuvieron un poco más difícil para localizar el Picasso.
Sólo a unos políticos que están en Babia, preocupados por las grandes trazas de la ciudad pero que se pierden los pequeños detalles del día a día, a veces muy importantes, les puede pasar esto.
Así que, después de un año y medio de ausencia de un cartel indicativo tan importante, en eso que los políticos llaman el centro turístico y neurálgico de Málaga, todo es posible, de ahí que para el firmante no haya supuesto ninguna sorpresa algo que ya hemos comentado brevemente en esta sección: la ausencia de un cartel indicativo de la entrada del nuevo Museo de Málaga en el palacio de la Aduana.
Hay que meterse en la piel de un turista y no ser un cargo público desnortado para comprobar que muchos visitantes se desorientan al aproximarse al Museo de la Aduana por la calle Císter y encontrar que la gran puerta, que ellos creen la principal, se encuentra cerrada a cal y canto. Bastaría un cartel con una flecha señalando a la derecha para dirigirles a la entrada de la avenida de Cervantes. Y si alguna norma impide un cartelito en la puerta de tan magno edificio, que se ponga cerca.
De todas formas, en todas partes cuecen habas, en la Catedral tardaron muchos años en caer en la cuenta de la necesidad de un cartel indicando la entrada turística, porque eran muchos los turistas que querían hacerlo por la escalinata principal.
Así que ya saben, si ven a visitantes parados como robles delante de la puerta cerrada de la plaza de la Aduana, indíquenles la entrada al Museo. Habrá costado una millonada de euros y será el más grande de Andalucía, pero de aquí a que exhiba un modesto cartelito de cartón con una flecha gigante lo mismo pasan lustros. Los pequeños detalles, que se las apañen solos.
Hasta el año próximo
Esta crónica seguirá el año que viene con el mismo propósito: patear la ciudad y contárselo con algo de humor. Feliz 2017.