En la Glorieta de las Provincias del Parque se encontraba la fuente de los cisnes. Nos queda la desconocida fuente de las ranas, en la antigua Tabacalera.
Una postal antigua, de los años 20, localizada por el firmante hace unos días, muestra una fuente ya desaparecida del Parque de Málaga. Se encontraba en el centro de la llamada Glorieta de las Provincias, construida en 1922, en pleno auge de la Guerra de Melilla, por el famoso arquitecto regionalista Daniel Rubio, el autor del Mercado de Salamanca, que parece que un año de estos será por fin restaurado con fondos de la Unión Europea.
Daniel Rubio diseño una preciosa glorieta de azulejos con los escudos de varios pueblos de la provincia, aparte del de la capital y en el centro ideó una fuente de dos platos que, como particularidad, estaba acompañada por cuatro surtidores en forma de cisnes de esbeltos cuellos. Por este motivo era conocida como la fuente de los cisnes.
Parece que, durante un tiempo, también fue conocida así la fuente de Génova, pero quién sabe si no se trata de una confusión, puesto que ésta estuvo durante muchos años muy cerca de la Glorieta de las Provincias, escoltada por los famosos ahuehuetes, los árboles mejicanos de la Noche Triste, bajo uno de los cuales, la leyenda dice que lloró Cortés cuandono pudo tomar Tenochtitlán.
Por la académica de la Historia y de Bellas Artes de San Telmo, Mari Pepa Lara, sabemos, gracias a un trabajo publicado en este periódico hace un par de años, que la fuente de los cisnes se fue deteriorando con el tiempo y que en 1975, el centro de la glorieta fue ocupado por la estatua de Cánovas del Castillo, en cuya inauguración un estudiante leyó un famoso manifiesto, con el permiso del alcalde, Cayetano Utrera, signo del cambio de los tiempos.
Habría que imaginar en esos años 20 el espectáculo de esos cisnes altivos vertiendo agua en esta fuente de estilo regionalista.
Pese al tiempo transcurrido, nos podemos hacer una idea si visitamos una de las fuentes más desconocidas de Málaga, ya no tanto desde la apertura al público de la antigua Tabacalera, que es casi de la misma época: de 1930.
Se trata de una pequeña fuente situada en mitad de un estanque y en los extremos de este, cuatro preciosas ranas azules de cerámica, que recuerdan a las del famoso juego de la rana. Las cuatro lanzan chorros de agua, aunque más de una está casi camuflada por la profusión de flores amarillas y blancas que rodean la instalación.
Pese a la incomprensible autorización municipal para construir delante de Tabacalera un par de bloques de altura muy superior al monumento –faena urbanística clásica malaguita que ha desgraciado las vistas de la avenida de la Paloma– el complejo de edificios cuenta con una de las fuentes más bonitas y al mismo tiempo discretas de la ciudad.
Si no la han visto, descúbranla en la próxima visita al Museo Ruso, al Museo del Automóvil o, en el peor de los casos, a Gestrisam y así les alegra algo la mañana.