El diseminado del Cortijo del Conde, detrás del Parque Tecnológico, despide el año con servicio de Correos y la novedad de carteles indicativos.
Hasta hace unos años, vivir en un diseminado de Málaga era como hacerlo en la Estación Espacial Internacional, sólo que sin sus comodidades. Era lo mismo que vivir donde Franco -con perdón- perdió el mechero, en la quinta puñeta, el quinto pino, el quinto carajo, el punto más remoto al que podía llegar la civilización.
Este era, al menos, el punto de vista del político de turno, para quien visitar un diseminado era como visitar los poblados de tribus perdidas del Amazonas.
Un punto de vista muy cómodo y bastante injusto, porque eso solía implicar que los diseminados sólo recibieran migajas de los presupuestos públicos anuales, si es que recibían algo.
«¿Qué hacen ustedes viviendo tan lejos?», se preguntaban en su fuero interno (y externo) los integrantes de esas expediciones políticas. Y sí, los diseminados, como la misma palabra indica, no se encuentran junto al casco urbano de Málaga pero tampoco estamos hablando de remotos núcleos nómadas del Asia Central.
De todas formas, aunque la situación ha mejorado algo, llamaba la atención que, en 2016, un diseminado como el Cortijo del Conde, en Campanillas, no tuviera ni servicio de correos ni carteles indicativos.
Y se trata, sí, de un diseminado, de acuerdo, pero lejos de estar emplazado en el espacio sideral, durante toda la vida se le ha podido localizar en lo que hoy es la parte trasera del PTA. Por suerte, tras la publicación el pasado julio en este periódico de sus carencias, Correos dio su brazo a torcer y una semana más tarde empezó a prestar servicio, entre otras cosas porque, siguiendo sus indicaciones, los vecinos del Cortijo del Conde habían costeado, a la entrada del diseminado, un panel con 37 buzones, uno por cada familia del barrio, que les había supuesto el desembolso de 1.800 euros.
Con este final de año llega otra buena noticia: ya hay carteles municipales con el nombre de Finca El Conde, que colocan a este diseminado en el mapa, otra de las peticiones, nada desproporcionadas, de los vecinos.
El siguiente objetivo, que pase la línea 28 de la EMT. El Cortijo del Conde, como esa preciosa película, ya tiene un lugar en el mundo… y no está tan lejos como algunos creen. Felicidades.
En la Aduana
Un antiguo preso político del Franquismo, histórico del PCE, reflexiona para esta sección sobre el nuevo Museo de Málaga, y lamenta que en ningún rincón se recuerde que acogió durante décadas la Comisaría Provincial de Málaga y la brigada político-social, la antigua policía secreta, así que en sus celdas los detenidos, además de la privación de libertad, muchas veces recibían palizas durante largos interrogatorios por oponerse a la dictadura.
Una placa que recordara el destino de tantos malagueños por luchar por la Democracia sería de justicia.