Las obras de una residencia de ancianos acaban con una construcción en ruinas en Teatinos que era un coladero de botelloneros y otras hierbas.
El fraile vallisoletano Juan de Robles tiene una calle dedicada en Málaga, probablemente por lo bien que se le dio el estudio de las Sagradas Escrituras. De su autoría es una espléndida traducción de los Evangelios que aunque la terminó en vida, en el siglo XVI, hubo que esperar hasta el XX para verla editada por la prohibición existente de traducirlos a lenguas vernáculas, como bien supo Jorgito Borrow, el inglés que la en década de 1830 se puso a repartir biblias en castellano por media España (obviamente, de extranjis). Por cierto que el libro de sus andanzas, La Biblia en España, es una delicia, aunque, todo sea dicho, tuvo de los andaluces la misma impresión que el borrico de Trump de los mejicanos.
Y, si nos fijamos bien, existe un paralelismo entre los siglos que tuvo que esperar Juan de Robles para ver editada su obra, y el tiempo que un viejo cortijo se ha tirado abandonado y destrozado en la calle Juan de Robles, que se encuentra en Teatinos.
Alguna vez hemos dedicado unas líneas a esta ruina en absoluto romántica y para dejar constancia de su decadencia, realizamos alguna incursión a su interior.
Se trataba del llamado Cortijo de Los Remates, de aires regionalistas y por lo tanto, levantado el siglo pasado. Estaba formado por varios pabellones y era propiedad del cónsul inglés Cecil Harrison. Por lo que parece, debía su nombre a los bonitos remates de cerámica de la vecina fábrica de ladrillos de Santa Inés. Cuando el cónsul murió en 1950, lo compró el joyero Aurelio Marcos y con la marcha galopante de la ciudad, lo que antes era pleno campo se convirtió en una propiedad cercada por los bloques y las calles.
El firmante pudo visitarlo la primera vez cuando mantenía buena parte de su estructura y todavía no había sido desvalijado. Los años, sin embargo, lo convirtieron en un cascajo infecto y peligroso que no dejaba de dar sustos a los vecinos. Así, se convirtió en noticia en 2012, en el otoño, cuando ardieron una araucaria y una veintena de cipreses que formaban la pantalla exterior de los Remates.
En su interior abundaban las paredes con grafitis truculentos, de los que causaban dolor de barriga por su chunga ejecución y en el suelo, una suerte de papilla de cascotes, botellas y alguna jeringuilla, evidencias de que en su interior no se revivieron las tertulias de la Ilustración.
Soportadas las estructuras con un techo con vigas en retirada, era un riesgo asomar el bigote por estos pabellones más olvidados que lejanos.
Pero como no hay mal que cien años dure –salvo la espera editorial del fraile Juan de Robles– la buena noticia es que ahora mismo se está levantando una residencia de ancianos en la parcela del cortijo. Fuera de las zona vallada por las obras queda, eso sí, un pequeño pabellón repleto de ramas y basura que confiemos, algún alma sensible lo restaure como recuerdo de este rincón de Málaga. En todo caso, el peligro, finalmente, pasó.
Quisiera ofrecer mis servicios de podología a la futura residencia ya que ejerzo e la zona en C. Doctor Miguel Díaz Recio.
Marta Catalan 952007000.
Un cordial saludo.