Del metacrilato local y los gatos de escayola

18 Nov

Las planchas de metacrilato repartidas por los suelos del Centro han resultado un fracaso porque ni un óptico alemán de Zeiss podría vislumbrar algo.

Ayer, un grupo de trabajadores realizaba mejoras en el camino de cabras resultante del adoquinado de las plazas del Siglo, Carbón y Spínola. Alguna vez hemos comentado que la decisión municipal de llevar a cabo las obras y desplazar a los autores del diseño –los mismos que ejecutaron sin ninguna deficiencia la peatonalización de calle Larios– no fue la mejor de las medidas, y prueba de ello son estos adoquines redondos que parecen que han sido bamboleados por algún meneo tectónico, algo que hasta el propio alcalde, Francisco de la Torre, reconoce.

El mobiliario urbano, adoquines incluidos, tiene estas cosas. Se trata de la parte más visible de la gestión pública, así que salta a la vista y en ocasiones lo que saltan son las piezas dentales de los transeúntes.

Como salta a la vista el cartel que en la avenida de Andalucía nos informa de la cercanía del aparcamiento de Larios Centro en la calle Walt Witman (sic). Al rotulante se le perdió por el camino la hache de Whitman, así que los guiris angloparlantes que pasan por allí suelen fotografiar el cartelito con la poética errata.

Mas enigmática es la plancha metálica que desde hace cerca de seis meses tiene sus dominios en el suelo de la calle Alcazabilla, en la parte más próxima al Astoria.

Ocupa el hueco de una de las planchas de metacrilato que, supuestamente, permiten al paseante contemplar los restos arqueológicos que hay debajo, aunque la triste realidad es que ni con el instrumento óptico más potente se ve un carajo.

Como recordarán muchos malagueños, la idea de colocar planchas de metacrilato es reciente. También las encontramos en la Acera de la Marina con el mismo resultado: se distinguen mejor los objetos en el fondo de una cueva sin iluminar .

En el caso de la plancha averiada del inicio de Alcazabilla, el objetivo era que el público pudiera ver la cara externa de la muralla musulmana, pero esa es solo la teoría. Las luces que iluminan los restos suelen estar fundidas y luego hay un fenómeno de la Naturaleza, conocido desde hace milenios, con el que las personas que idearon el invento no contaron: la condensación.

Como se trata de recintos cerrados, al condensarse la humedad el metacrilato se empaña y el espectador ve tanto como un gato de escayola.

De todas formas, para nuestro consuelo (mal de tontos…) este gasto innecesario de dinero público también se da en los madriles: un informe de 2012 sobre la incorrecta conservación de restos arqueológicos en la capital de España lamenta el uso de estos cacharritos porque están todo el día empañados.

Así que, en realidad, da igual que la plancha metálica permanezca en la calle Alcazabilla olvidada de las administraciones hasta la próxima Superluna (25 de noviembre de 2034). Sustituirla por una plancha de metacrilato que costará lo suyo y no servirá para nada no parece la mejor de las opciones. Mejor sería eliminar este cutrerío.

Una respuesta a «Del metacrilato local y los gatos de escayola»

  1. De aquellas aguas vienen estos lodos. No se me ocurre una frase mejor para referirme a su acertado artículo.
    En mi opinión, la clave del asunto posiblemente esté en su primer párrafo: desplazar a quien corresponde originariamente la redacción del proyecto de ejecución y la dirección de obras.
    El negocio es redondo, hoy pongo, mañana reparo, pasado desmonto, y al día siguiente vuelvo a poner y empezamos otra vez el ciclo. Creo que es evidente donde está el negocio, y de algo tienen que vivir las empresas afines a nuestros queridos mandatarios.
    Eso sí, el ahorro lo tenemos en eliminar técnicos cualificados y responsables. ¿Para qué? si esto lo sabe hacer mi cuñao que se ha metido a constructor, deberá pensar más de un politiquito listo con estudios en alguna facultad pero sin ninguna carrera terminada… eso sí, que pegaba los carteles como nadie y era muy bien mandao.
    Sería interesante conocer quien es el responsable de esta decisión para que algún colectivo ciudadano le obligase a dar explicaciones en sede judicial. La responsabilidad en estos casos brilla por su ausencia, pero esto no los exime.
    A seguir bien, si nos dejan, claro.

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