Pese a los temores iniciales, el Ayuntamiento ha recuperado todo el empedrado artístico de la plaza, que vuelve a contar con una pareja de sirenas.
Las casualidades de la vida propiciaron que delante del antiguo compás de un convento de Málaga se pusiera en marcha uno de los espacios musicales más concurridos de la ciudad. Compás y música, ya se sabe, siempre estuvieron unidos, salvo en algunos concursos de nuevas promesas.
Hablamos, claro, del antiguo compás del convento franciscano de San Luis el Real, que tiene delante un trozo del antiguo convento (la capilla) transformado en lo que primero fue el Liceo Artístico y Literario de Málaga, luego el Real Conservatorio de Música María Cristina y desde mediados de los 70, una sala de la Caja de Ahorros de Ronda, luego Unicaja.
En el compás conventual, un gran triángulo, desde 1864 sienta sus reales una fuente de la diosa romana Pomona que, alguna vez, un malagueño confundió con Pumuki, cuando hablamos de la diosa de las frutas, los árboles y los huertos.
En un primer momento el Ayuntamiento pensó en instalar la fuente en Puerta Nueva, pero al final la emplazó en la plaza de San Francisco, que por entonces llevaba relativamente poco tiempo en el callejero.
A comienzos de los 60 de siglo pasado, en la campaña de renovación estética del Centro Histórico, el Ayuntamiento inició un proyecto de empedrado artístico de varias calles del casco antiguo como Santiago, Fresca, Cabello o en el paseo de Reding, frente a La Malagueta, la calle Andrés Mérida, con un empedrado con divisas de varias ganaderías, hoy tristemente sustituido por un hormigonado chungo. También en el Parque, en el lateral norte, se empleó esta técnica que todavía sobrevive junto a los naranjos.
Y todo esto viene a cuento porque a mediados de mayo, el historiador Víctor Manuel Heredia alertó de la desaparición del enchinado de la plaza de San Francisco, aprovechando las obras de remodelación. Como no era la primera vez que el Ayuntamiento exiliaba para siempre chinos de este tipo y ya lo intentó con calle Fresca, era lógico que saltaran las alarmas, pero lo cierto es que el concejal de Urbanismo, Francisco Pomares, informó de que sería recuperado «completamente».
Y, felizmente, así ha sido. El medio siglo transcurrido desde que se inaugurara el empedrado artístico había deteriorado los dibujos, de los que, en algunos casos, sólo quedaban fragmentos. El autor de estas líneas se pasó el jueves por la plaza, a la espera de los últimos retoques, pero el enchinado ya está completo. Las sirenas que escoltan a Pomona han recuperado todo su cuerpo, desde la cabeza hasta la cola y el dibujo luce casi como el primer día. Da la impresión de que ya no habrá que pasar un mal rato cada vez que el Consistorio levante una calle con este tipo de dibujos. Por fin, después de algunos años hasta que lo han asimilado, nuestros políticos han comenzado a valorar estos dibujos de gran atractivo artístico y, por supuesto, turístico. Felicidades.