Los alrededores de la piscina de Campanillas son un polo de atracción para cabestros con querencia a dejar el campo (y la ciudad) lleno de escombros.
La historiadora británica, Mary Beard, reciente premio Princesa de Asturias de las Ciencias Sociales, nos enseña, a través de sus libros y documentales, que la Historia Antigua no tiene por qué ser una cosa polvorienta y aburrida ni quienes imparten la materia, catedráticos que miran por encima del hombro a la plebe y aburren a las moscas. Mary Beard prefiere estar al pie de la calle –nuestros políticos prefieren el más afrancesado a pie de calle–. El resultado son textos amenos y brillantes –un servidor les recomienda su libro sobre Pompeya– y documentales en la misma línea.
Hace unos días, precisamente, la profesora Beard pateó en un canal de televisión la gigantesca montaña formada por 25 millones de ánforas rotas que en su gran mayoría transportaron aceite de oliva procedente de Hispania. Es el gigantesco vertedero de la antigua Roma que en la capital italiana se conoce como el monte Testaccio, que es como si los arqueólogos del siglo XXXV excavan en el vertedero de Los Ruices para conocer nuestra civilización.
La galardonada con el princesa de Asturias, una mujer ávida de nuevos conocimientos y experiencias, haría bien en pasarse por Málaga para conocer de primera mano la formación de una montaña parecida en Campanillas.
Se trata, hay que precisar, de los primeros movimientos de un proceso que, si nuestras autoridades no lo frenan, terminará por ofrecernos, a más tardar en medio siglo, una montaña de escombros que podrá mirar de tú a tú a su antepasado romano.
Como ya intuíamos los seguidores de los documentales de El Hombre y la Tierra, por nuestra rica Fauna Ibérica pululan mamíferos capaces de clavar los clavos con la cabeza.
Entre estos mamíferos, el depositante de escombros es el cabestro de mayores dimensiones aunque, paradojas de la zoología, en realidad tienen fama de borricos.
Estos bípedos con carné de identidad aprovechan que la piscina de Campanillas es hoy un derribo al aire libre para ir dando forma al monte testaccio campanillero.
Escombros con puré de ladrillos y muebles que parecen haber sido acariciados por el increíble Hulk son los principales elementos de este futuro yacimiento arqueológico.
De fondo subyace el problema que acompaña a la piscina y del que ayer lunes dimos cuenta en este periódico: el Ayuntamiento quiere derribarla porque según un informe técnico el vaso se encuentra en mal estado y en su lugar quiere montar un rocódromo acompañado de otras zonas de ocio, pero la veterana asociación de vecinos reclama que se arregle y se vuelva a abrir.
Mientras se dilucida su destino, nuestros cabestros ibéricos malaguitas prosiguen su singular aportación intelectual para las Mary Beard de siglos futuros, por eso es necesario que la profesora Beard de nuestros días acuda a Campanillas, vea….y venza.