El académico malagueño ha sido durante lustros el quijote del Puerto de Málaga y la persona que hace 18 años ya pidió el uso museístico de La Farola, hoy más cerca.
Durante lustros, el único faro en la oscuridad del Puerto de Málaga fue un tenaz profesor de educación para adultos que, sólo ante el peligro y sobre todo, ante el desinterés general, había desentrañado la historia portuaria en numerosos libros.
Por si esto no bastara, en los años 80 rescató de la humedad, las telarañas y el polvo valiosos documentos y planos portuarios de hace tres siglos, arrumbados en la Jefatura de Obras Públicas y con los que formó el germen del actual archivo del Puerto.
Francisco Cabrera Pablos, doctor y académico correspondiente de la Historia, que así se llama este discreto y tenaz investigador, también tuvo tiempo para rescatar del olvido más absoluto al ingeniero y marino coruñés Joaquín María Pery, el autor de La Farola, así que a nadie debe extrañar que, hace 18 años, en 1998, enviara al entonces presidente de la Autoridad Portuaria, Francisco Merino, la propuesta de la apertura de La Farola para uso museístico.
El pasado domingo, en una exclusiva de La Opinión, el periódico informó de la feliz noticia: La Farola se abrirá por fin a malagueños y visitantes el año que viene, coincidiendo con el 200 aniversario de uno de los símbolos más queridos de Málaga.
La actual Autoridad Portuaria, que hasta ahora había demostrado bastante más interés por el desarrollo inmobiliario que por la defensa del Patrimonio, ha tenido el acierto de no desperdiciar el bicentenario y además de abrir la farola, aboga porque aloje un pequeño museo, en lugar de que tenga un uso hotelero, lo que es otro acierto, pues el puerto ya tendrá su torre-hotel.
Confiemos en que la primera persona que creyó en la recuperación del monumento, Francisco Cabrera, esté también ahí para asesorar en el esperado reestreno de la Farola, durante lustros un símbolo infrautilizado, casi un objeto decorativo.
Con su apertura el puerto ganará enteros y con él, toda la ciudad. Felicidades.
Robotización
El visto bueno, por error, de los diputados del PP en el Parlamento de Andalucía a que el edificio de Eduardo Strachan, en Hoyo de Esparteros sea declarado Bien de Interés Cultural seguro que terminará enmendándose, pero abre la puerta a una discusión que, quién sabe, lo mismo ocupará a nuestros nietos y bisnietos. Porque, dado lo mucho que fallan y lo mucho que cuestan, ¿por qué no sustituir a nuestros representantes públicos por autómatas dirigidos por un solo parlamentario?
A fin de cuentas, si (casi) siempre votan lo que decide el grupo y nos cuestan un ojo de la cara, la robotización de nuestras señorías evitaría numeritos de Mr. Bean como el mencionado y nos ahorraría un potosí en sueldos y dietas. Visto el percal, quién sabe si la robotización racional del Parlamento de Andalucía no será un asunto a tratar en las tertulias del siglo XXII. Suerte.
Enhorabuena a nuestro ilustre doctor y académico Francisco Cabrera, por haber despertado el interés de las autoridades para recuperar un bien público y tan representativo como la Farola. Y enhorabuena a los que han decidido darle un uso museístico y por tanto didáctico. A Málaga, ciudad de museos, quizá le faltaba éste que albergará tantas cosas de Málaga y su puerto, para que no se pierda la memoria de lo que fue.