El número anual de Péndulo vuelve a venir cargado de novedades sobre la Historia de Málaga. Ya es una revista internacional de Ingeniería y Humanidades
Las revistas colegiales se dividen entre las que informan de las actividades del colectivo profesional en cuestión y las que, además, aspiran a algo más y por eso mismo consiguen una tremenda difusión al llegar a muchos más lectores que los colegiados.
Ese es el gran mérito de Péndulo, la revista anual de Ingeniería y Humanidades del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Industriales de Málaga, que en cada entrega nos trae una riada de documentos antiguos, grabados, planos desconocidos, fotografías únicas de Málaga y todo lo necesario para que ocupe un buen sitio en muchas bibliotecas públicas y privadas en lugar de quedar archivada, más tarde o más temprano, en la papelera.
El número 27 de Péndulo, presentado hace unos días, está encabezado por Antonio Serrano Fernández, decano durante casi once años del colegio, fallecido el pasado mes de marzo y que tanto hizo por dar visibilidad a la institución y a la publicación, siempre con una sonrisa como tarjeta de visita.
Péndulo comienza con un artículo de Manuel Olmedo, director de la revista, en el que reivindica la Filosofía y en suma, el pensamiento («la funesta manía de pensar», que decía Ortega), en unos tiempos en los que los bárbaros están cercenando las Humanidades y quién sabe si un día no muy lejano no terminaremos todos hablando y pensando como Donald Trump (Dios nos coja confesados pero camino vamos de ello).
Y un enfoque muy original es el del malacólogo (estudioso de los moluscos), Antonio Abad, que habla de las tierras del Malakos (caracol), en la ruta de la púrpura, pues en época fenicia del molusco murex se extraía un tinte púrpura (cuenta que hacían falta 250.000 caracoles para 30 gramos de púrpura).
En el plano de la Historia de Málaga, Péndulo viene cargado de preciosidades. Antonio Romero Domínguez nos ofrece una historia sucinta de Marbella que dedica a su primo, el desaparecido concejal de Urbanismo en Málaga, Juan Ramón Casero, mientras que Fernando Fernández y María José Otaola presentan un estudio fabuloso del famoso plano de Málaga de José Carrión de Mula de 1791 y la reconstrucción de las murallas y puertas que lucía entonces.
Además, Ángel Sierra de Cózar nos ofrece dos incunables sobre la conquista de Málaga, «la más hermosa y defendida de todas las ciudades de España», como dice uno de estos textos.
Y como Bernardo de Gálvez es un filón histórico sin fondo, Alfredo Hernández Murillo repasa su tiempo como virrey de México y la construcción del palacio de Chapultepec, su retiro veraniego.
Por último, Francisco Cabrera Pablos nos ofrece la historia del Valle del Guadalhorce y cierra la revista, en cuanto a temas malagueños se refiere, el colaborador de La Opinión, Domi del Postigo, con un sentido homenaje a su amigo Rafael Pérez Estrada. Un número redondo.