La vuelta de la serpentina a su entorno natural

6 Oct


Losetas de la desaparecida acera de serpentina verde de la Travesía del Pintor Nogales han regresado con todos los honores para instalarse en la Aduana.

Alguna vez, en esta sección, hemos tratado de esos pequeños detalles casi siempre ausentes en Málaga y que terminan por desgraciar algún proyecto más que loable. Ha ocurrido así con el entorno de la Aduana, que nos ha dejado, justo desde hace tres años, una descarnada Travesía del Pintor Nogales, por la desacertada decisión del arquitecto responsable de la reforma del palacio de dejar una lengua de tierra en esta calle, para crear una transición visual junto al muro del Paseo de don Juan Temboury.

Tres años después de la medida, el compuesto de arena utilizado se ha convertido en una porquería, con una mancha perenne de humedad en la parte superior y claras pérdidas de arena en la inferior. El riego del entorno de la Alcazaba baja por esta lengua de tierra y hace de las suyas. El resultado no puede ser más feo y desangelado. La transición visual ha terminado siendo un cutrerío.

Fuentes municipales informaban ayer a esta sección de que se llegó a barajar el crear un jardín vertical en el murallón sin gracia que separa el paseo de Don Juan Temboury del palacio de la Aduana. No quedaría nada mal porque es un sitio en el que no da mucho el sol directo, apuntan. De haberse llevado a cabo sí que tendría sentido esta tierra compacta, pero no ha sido el caso.

Y lo peor es que para hacer realidad esta decisión tan chungalética, se retiró una de las aceras más antiguas de la ciudad, una piedra serpentina, de llamativo color verde, que probablemente procedía de Sierra Elvira. Aunque el autor escuchó alguna vez que se colocó en los años 20, es más probable que fuera en la primera mitad de los 60, cuando ya estaba de moda traer piedra de Granada para las reformas urbanas.

Las preciosas losetas de esta originalísima acera se marcharon al almacén municipal de El Duende, donde dormitaron y ahora, el Ayuntamiento ha tenido el acierto de reutilizar parte de ellas para el reluciente Museo de Málaga –que va a dejar a más de uno con la boca abierta–. En concreto, podemos encontrarlas en un lateral del patio central, en tres rectángulos junto a un grupo de bancos y el resultado es magnífico.

El resto, informan las mismas fuentes municipales, permanece todavía en El Duende y la verdad, no estaría nada mal si regresaran al hogar.

Porque, visto el cochambroso resultado del terrizo de transición y si no hay jardín vertical en el horizonte, sería buena idea aprovechar lo que queda para cubrir el invento, puesto que es mucho más estrecho que la acera original.

Si no fuera el caso, antes de las Navidades se espera inaugurar el Museo de Málaga y la parte trasera del palacio, la más próxima a la Alcazaba, lucirá lo que queda de una tierra compacta en franca retirada.

En resumen, esos pequeños detalles que cuando se trata de nuestra ciudad, suelen hacen mutis por el foro.

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