Además del botellódromo del que hablábamos la semana pasada, existe una senda de papel higiénico y botellas en dirección al Castillo de Gibralfaro, monte arriba.
Las fotos que un eficaz responsable municipal envió al autor de estas líneas el jueves de la semana pasada no dejaban lugar a dudas. Como ya informamos, el Ayuntamiento limpió la zona de botellón en Gibralfaro esa misma mañana, cuando apareció publicada la crónica que denunciaba una nueva juerga de alcohol y bolsas de patatas fritas en el monte.
Y es de agradecer la rapidez con la que el Consistorio reacciona, aunque parece claro que, al menos de momento, no tiene la capacidad para mantener una limpieza más o menos periódica, pues la espoleta para echarse al monte suele ser la denuncia en la prensa.
Pero la semana pasada esta sección se guardaba un segundo paseo, el que culebrea junto a la Coracha terrestre desde la Alcazaba hasta llegar al Castillo de Gibralfaro y enlazar con la senda que el Consistorio ha bautizado como Recorriendo la muralla.
Es un paseo que, quienes quieran algo para quemar más calorías de la cuenta pueden realizar, pues les espera una subida bastante empinada, aunque breve, en la que tendrán vistas de la muralla, el Mar de Alborán y el mar de pinos por el que, si se fijan bien, corretea alguna ardilla feliz y sin preocupaciones, pues jamás ha hollado el comité federal de partido alguno.
Claro que también se toparán con las huellas de activos botelloneros que, lejos de conformarse con las primeras estribaciones del cerro para darle tientos a la botella, prefieren un poco de emoción en la vida y beber a la salud del respetable apoyados en la centenaria Coracha, monte arriba.
Y entre sus huellas, además de botellas y plásticos –aunque en menor número que en el campamento base– la constatación de que la subida supone un esfuerzo para ese cuerpo que recibe en su estómago el agua de fuego del que hablaban los indios. Quizás eso explique el alto número de restos de papel higiénico (biodegradable, eso sí) a lo largo de la subida. Muchos de los esforzados bebedores terminan por agacharse ante la evidencia.
Como curiosidad, el hallazgo durante la subida de una colorida botella de Cartojal, lo que quizás nos dé una pista de la fecha de la consumición. Gibrafalro, un monte siempre con sorpresas.
Excéntricos
De gran interés para los antropólogos por sus continuas excentricidades, los diputados autonómicos de la CUP en Cataluña harían bien en cubrirse los ojos si algún día les da por pasarse por la esquina de la calle Bolivia con Ángel Guimerá, en Málaga, pues se toparán con una dolorosa pintada en grandes caracteres que reza: «Tu país no existe».
La pintada, da la impresión, parece una irónica pulla a todos los excéntricos que creen que nacer por puñetera casualidad en un rincón del planeta y no en otro les convierte en un hecho diferencial de proporciones cósmicas. Una razón más para que no salgan de la aldea.
«Lo bueno, si breve, dos veces bueno». El tan famoso dicho de Baltasar Gracián, (que es algo más extenso en realidad, pero ello ahora no viene al caso), es plenamente aplicable a tus colaboraciones, Alfonso. Es más : incluso tus novelas tienen esa misma virtud de la contención.
Un cordial saludo, y espero que pronto nos veamos, Alfonso.