La constancia y el trabajo serio son las causas de que el concurso nacional de albañilería de El Palustre haya alcanzado las cincuenta ediciones.
Afirma Woody Allen que el éxito personal consiste, básicamente, en presumir. Es la misma idea que plantea El Roto en un intrigante dibujo, en el que un personaje con barba y gafas oscuras dice, «Apláudete y te aplaudirán», al tiempo que se aplaude a sí mismo.
Gracias a internet, lo vemos todos los días en algunas grandes empresas de Estados Unidos en las que, muchas veces, individuos con técnicas comerciales de vendedores de cepillos de dientes y con máximas de perogrullo pasan por gurús porque están encantados de conocerse.
Pero, gracias a Dios, no todo el éxito en esta vida lo consiguen personas cargantes y que se consideran irremplazables. La constancia y la humildad también dan sus frutos. Lo pudieron comprobar el pasado domingo cientos de malagueños durante la celebración el Concurso Nacional de Albañilería de la Peña El Palustre.
Como sabrán por este periódico, tuvo lugar la edición número 50 y en este medio siglo de constancia, que ha hecho que sea el certamen más antiguo de España, ha tenido que ver bastante una persona que ya no se encuentra entre nosotros, Demófilo Peláez Santiago, un maestro de la albañilería que junto con su hermano Manuel ha sido el alma del concurso, la persona que durante más años se encargó de diseñar el ejercicio de cada edición.
Demófilo Peláez, fallecido este año, tan brillante como discreto, ha sido uno de los grandes responsables de que la peña El Palustre sea hoy una institución en Málaga, sinónimo de seriedad y profesionalidad.
Por eso, el domingo, en la plaza del Padre Ciganda, en El Palo, el lugar en el que desde 2006 se celebra el certamen, la novedad fue la presencia de una escultura conmemorativa de las 50 ediciones –inaugurada hace unos días– y que reproduce una de las figuras diseñadas por Demófilo Peláez, en concreto la de la edición de 2006, una de las que tiene un aire más artístico.
Por eso hubo muchas palabras en su recuerdo, empezando por Mari Carmen Peláez, presidenta de la peña e hija de Demófilo. Por cierto que entre los muchos logros del maestro se encontraba el haber trabajado en su adolescencia en la preciosa capilla neogótica del Colegio de la Asunción, una exhibición de auténtico arte de albañilería.
Después del certamen, la peña invitó en el colegio del ICET a una copa a numerosos vecinos, empresas y colectivos que han colaborado con ella en este medio siglo, a los que entregó una distinción, entre ellos al director de La Opinión, Juan de Dios Mellado.
Sin ínfulas, con trabajo bien hecho y la experiencia que da medio siglo, una segunda generación de socios está cogiendo ya las riendas del concurso.
Un servidor no lo verá pero visto el andamiaje no es aventurado prever que el certamen de albañilería más antiguo de España cumplirá el siglo. Y seguro que lo hará a su manera. Sin meter ruido. Trabajando con discreción.