Nuestra ciudad puede aportar un curioso fenómeno a los documentales que insisten cada semana en el meteorito que acabó con los dinosaurios
La proliferación de canales de televisión ha hecho posible que la mayoría de las cadenas emitan, básicamente, lo mismo. Incluso en canales en los que priman los documentales históricos, hay una querencia por repetir hasta la saciedad tres grandes asuntos: los alienígenas, los nazis y el final de los dinosaurios.
Al parecer, la audiencia no se encuentra lo suficientemente saciada y necesita recordar, varias veces a la semana, los supuestos avistamientos marcianos que probarían que nos visitan seres bastante feos; lo que Hitler desayunaba en el tugurio de su búnker berlinés y el momento en el que un meteorito fatídico impactó contra la Tierra y convirtió los dinosaurios en piezas fritas de museo.
En este último caso, las recreaciones informáticas suelen ser espléndidas y sus creadores tienen la habilidad y el morbo suficiente para mostrar, al detalle y en cámara lenta, la apocalíptica ola de fuego y destrucción que dejó un meteorito de 15 kilómetros de largo. Perfecto para la hora de la siesta.
De tanto ver el dichoso impacto y a los dinosaurios a la parrilla, un servidor quisiera proponer al directivo televisivo interesado, la extraña presencia, en un parque de Málaga, de varias rocas de mármol espurreadas por la zona verde. Más de una vez hemos hablado de ellas. Se encuentran en el llamado Parque del Agua, vecino de la sede de Emasa, que por cierto luce una de las verjas más bonitas de Málaga, con unos hierros artísticos de los que ya no se ven.
Sin duda que estos misteriosos pedruscos llamarán la atención a todo directivo afín a los marcianos, los nazis y los brontosaurios en su canto del cisne. ¿De dónde proceden?, ¿qué demonios son?, ¿qué daños provocaron al impactar contra la Tierra?
El asunto daría para varios documentales y una bonita recreación informática del tremendo porrazo. El problema vendrá si los responsables de estos pardillazos cíclicos indagan más de la cuenta. En ese caso no habrá documental que valga, porque averiguarán que las rocas son terrícolas: Formaron parte del dintel y los pilares de la entrada al palacio de los Larios.
Como muchos saben, parte de estas rocas se encuentran adornando la fuente de la plaza de las Flores pero las que sobraron se colocaron desperdigadas por el Parque del Agua. Quedaron bien, la verdad, le dan un aire solemne a la zona verde pero estaría bien que una plaquita informara de la historia de estas piedras, relacionadas con la familia más poderosa de la ciudad. Y sobre todo, lo que estas rocas en absoluto marcianas necesitan es un manita municipal de limpieza, porque los homúnculos ha comenzado a hacer de las suyas y las piedras son ya pasto de los grafitis más memos que un ser no golpeado por una piedra puede pergeñar.
No habrá pues documental, ni recreación por ordenador ni meteoritos. Son las piedras de los Larios. Hagamos algo por ellas.