El ‘anatema’ está en la Cruz del Humilladero

13 Ago

El objeto que más espanto debe provocar a los localistas de pro es la artística placa que en la Cruz del Humilladero une para siempre los escudos de Málaga y Sevilla.

Si de pequeño la exposición prolongada, primero a Telesur y luego a Canal Sur le provocó sarpullidos en la piel; si con la celebración de la Exposición Universal de Sevilla le dieron ganas de lanzarle tartas al alcalde Alejandro Rojas Marcos y mancharle el traje; si sus oídos se niegan a escuchar la magistral ópera El barbero de Sevilla porque contiene la palabra prohibida y en un partido del Málaga C.F. contra el Betis daría lo que fuera por saltar al campo con un corta césped y facilitar el trabajo al equipo de casa, no le dé más vueltas: es usted un localista de los que hay pocos.

En ese caso, sepa que la ciudad de Málaga es lo suficientemente grande como para no tener que pasar, precisamente, por la calle prohibida. ¿Qué necesidad tiene de un mal rato?

Lo notará enseguida, será entrar en la calle maldita, a dos pasos de la plaza de la Cruz del Humilladero y es muy probable que note la respiración acelerada y el mismo sofoco de quien asiste en traje de chaqueta a una boda en un día de terral.

Si fuera inevitable cruzarla, lo mejor es mantener la cabeza agachada para no distinguir la placa con el nombre de la vía que, hágame caso, es una afrenta a sus más respetados principios.

Porque, para escándalo de quienes defienden esta ciudad como nadie, la calle recuerda al conocido Antonio Martelo El Séneca, que no tuvo otra cosa que hacer en la vida que nacer en Sevilla en 1904 y perderla en Málaga en el año 1970 a causa de un desgraciado accidente de tráfico.

Para perpetuar su memoria, el Ayuntamiento de Málaga decidió hace 46 años dedicarle una calle y, horror de los horrores, adornar la placa con los escudos de ambas ciudades, al estilo de la calle Córdoba. Así que a la querida visión del Monte Gibralfaro, el cielo azul y los patronos hay que hacer de tripas corazón y dejar sitio nada menos que al rey San Fernando, San Isidoro de Sevilla y San Leandro de Sevilla.

Como algunos recordarán, Antonio Martelo era un actor que se hizo archifamoso, precisamente, por interpretar a El Séneca en una serie de televisión con guión de Pemán.

Homenajear a un actor admirado está muy bien pero de ahí a que eso suponga colocar el escudo de la ciudad que engulle todos los dineros de la Junta hay un majao, concluirán quienes no pasan ni una.

Un servidor confía en que esta crónica en forma de consejo haya perturbado la salud a un número infinitesimal de lectores, señal de que el número de localistas de pro está a la baja y Málaga deja atrás los complejos de pueblo. Si no es su caso respire hondo y evite la calle mencionada. El anatema está en la Cruz del Humilladero. De nada.

La subsede

Las Olimpiadas de Río rescatan por unos días ese sueño de Málaga subsede olímpica de Madrid, antes de que se cayera con todo el equipo. Alguna vez será.

4 respuestas a «El ‘anatema’ está en la Cruz del Humilladero»

  1. Un matiz interesante, amigo Alfonso, es que la placa cerámica tiene pinta de haber sido cocida en algún horno hispalense, no como el mítico azulejo de calle Córdoba de Moreno Morillo. Y por otro lado, lo más lamentable de toda esta historia es cómo esta obra de arte vidriada está ahogada entre espantosos rótulos comerciales y un cableado inmisericorde.

  2. ¿Estamos en la picota?
    Infinidad de “picotas”, que no cerezas, existen en España; se construyeron desde el siglo XIII. En ellas se colocaban las cabezas de los ajusticiados para que el escarnio sobre ellos siguiera después de su muerte. También eran expuestos los culpables de delitos menores tras ser atizados para que toda la población los viese y quedaran advertidos. Pero existen otros tipos de monumentos muy parecidos:
    Los Cruceros, que son columnas de piedra sobre las que se colocaban las cruces, con lo que resulta que muchos cruceros son en realidad picotas reconvertidas. En Sevilla tienen una con “nombre de cerveza”; En Córdoba otra, con historia truculenta de amores trágicos. Tras la Constitución de 1812 las Cortes de Cádiz dieron orden de destruir todas las picotas, ya que eran símbolo de vasallaje y servidumbre. Pero en muchos lugares les pusieron una cruz convirtiéndolas en cruceros.
    El término «humilladero» aparece en Málaga en el año 1600, aunque no se tiene constancia de a qué hacía referencia dicho término, pudiéndose tratar de una ermita, cruz o el lugar donde se ajusticiaba a los condenados.
    Otras menciones posteriores describen el lugar como el punto de partida de varios caminos. En 1695 se recoge un acto de justicia en el que fue ahorcado un tal Francisco de Sevilla. Curiosa coincidencia.
    Sr. Vázquez, noto un tono irónico en su comentario de la susodicha calle. Espero que a usted ni a mi nos pongan en la picota por ello.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.