La escalinata que conduce al antiguo cuartel de Capuchinos es casi una reliquia arqueológica en estado de derribo y con tupida hierba en el regazo.
Hay rincones de Málaga que podían pertenecer, perfectamente, a un novelón del XIX. Suba usted las escalinatas que conducen al antiguo cuartel de Capuchinos y con independencia de su sexo se sentirá como Ana Ozores deambulando por Vetusta. Baje esas escaleras decrépitas y se convertirá en el grumete de los Episodios Nacionales mientras se dirige al puerto para tomar parte en la batalla de Trafalgar.
Ciertamente la escalera de la plaza de Capuchinos es un conducto literario y allí los Pokémon con los que puedan toparse los abducidos por este juego lucirán levita y sombrero de copa, aunque más les valdría lucir un casco de protección.
Para un servidor es un misterio que esta escalera tan soberbia permanezca en un estado tan penoso, abandonada del mundo. ¿Cuántos lustros hace que por ella no sube o por lo menos baja un cargo electo? Quizás ahí estribe el misterio, porque estamos hablando de una de las escalinatas más antiguas de Málaga y desde luego que el paso de los siglos ha hecho mella en ella. De hecho, es pura mella pero también pura vegetación. Visite usted los templos de Camboya y los encontrará en mejor estado y eso que algunos fueron bombardeados de propina durante la Guerra del Vietnam.
Por la escalera asoman matojos que evidencian que hace muchas lunas que por allí no pasa un barrendero y en cuanto a las probabilidades de acabar el descenso o ascenso con mataúras, son bastantes pese a las barandillas instaladas.
¿Qué ocurre con esta monumental escalera?; ¿por qué no se restaura si hasta se arregla el Teatro Romano? La única solución en estos casos es la iniciativa con la que sueñan tantos vecinos: coche de caballos o autobús turístico y a ofrecer a nuestros concejales el programa Conozca usted su ciudad. El firmante les asegura que una visita a este rincón de Capuchinos será inolvidable para nuestros representantes, sobre todo si le animamos a emular a Rocky en su famoso programa de entrenamiento.
Concluida la puesta en forma, felices y sudorosos, regresarán a sus puestos de trabajo con una sola idea en mente: reparar en lo que se pueda la maldita escalera.
Otra cuestión es lo que el viandante encuentra al subir por ella –fueraparte hierbas y mellas en el mármol– porque a la izquierda se topará con un pequeño talud con un campo clandestino de cardos.
Es probable que esta descuidada zona no esté a cargo del Ayuntamiento –si así lo fuera, tendríamos un agujero negro en el mantenimiento municipal– sino que sea competencia de la administración central, de la que depende el antiguo cuartel. Si es el caso, en cuestión de mantenimiento de jardines en Capuchinos se muestra absolutamente incompetente.
Ya lo ven, una vetusta escalinata olvidada por todos que nos transporta, claro, a la Vetusta soñada por Clarín.