El paso de cebra de la Alameda Principal más próximo a la calle Córdoba es una peligrosa grieta tectónica que el viernes se cobró una víctima de avanzada edad.
Los turistas que visitan la ciudad de Nueva York y que no se quedan absortos al contemplar las grandes alturas, tendrán la capacidad de observación suficiente como para constatar que las aceras de las avenidas más lujosas de Manhattan no merecerían el visto bueno del tugurio más chungo de Málaga. Ciertamente, las cutrísimas aceras de Manhattan son la prueba del poco peso del Estado en los Estados Unidos.
Pero en la Ciudad del Paraíso no siempre hemos mirado por encima del hombro las aceras de Nueva York. De hecho, el vocabulario popular de Málaga es rico en expresiones relativas a las precipitaciones, y no hablamos aquí de la lluvia galaica sino de la precipitación de las personas, mayormente a la vía pública.
Fruto del histórico mal estado de revista de nuestras aceras y calzadas, en Málaga se han manejado expresiones muy variadas que remiten al mismo fenómeno: caerse con todo el equipo. Y así, tenemos por ejemplo saleazo, daleazo, jardazo, chochazo, vejigazo… entre otras muchas palabras.
Parece claro que el vocabulario popular no sería tan extenso en la materia si tuviéramos una vía pública en perfecto estado de revista.
Las interminables obras del metro nos han retrotraído a los tiempos primigenios en los que se gestaron estas expresiones de gran fuerza expresiva, valga la redundancia, y que de ningún modo describen una caída gallarda del protagonista.
Ocurrió algo parecido el pasado viernes por la tarde y, por desgracia, la víctima fue un anciano, que sin pretenderlo tropezó con una especie de falla tectónica difícil de salvar en un paso de cebra situado en un lugar recóndito de Málaga: la Alameda Principal. En concreto, en la esquina más próxima a la calle Córdoba.
El paso de cebra había mutado del blanco al amarillo, por la provisionalidad de las obras dichosas, pero nadie se preocupó de arreglar de paso la calzada, con más arrugas que la momia de Ramsés II.
Varias personas acudieron a levantar al accidentado, pero a la vista del paso de cebra, no es extraño que personas de todas las edades den como mínimo un respingo al pasar por él.
El paso de cebra necesitaría, obvio es decirlo, un repaso urgente, no vayan a cruzarlo cualquiera de estos días Rajoy, Rivera o Sánchez y nos quedemos, por baja laboral, sin estos preclaros y desprendidos negociadores.
Ocurre algo parecido con el paso de la plaza de la Merced a la calle Granada, cuyo piso de adoquines se hunde en meses alternos por el paso de camiones, lo que obliga al Ayuntamiento a estar constantemente reparándolo.
Pues que se ponga las pilas, no vaya a aparecer en ese rincón de la Alameda con la calle Córdoba un pokémon difícil de cazar y tengamos lesionados suficientes como para llenar tres hospitales comarcales. Al tajo, por favor.