En un terrizo en Pinosol que los vecinos querían ver convertido en parque infantil se encuentran en plena forma la especie invasora de los ailantos y la porquería.
Para barrios como Pinosol y Barcenillas, pura cuesta junto al Monte Gibralfaro, la conversión de la calle Pinosol en una vía que diera la vuelta al barrio y dejara atrás su pasado de calle sin salida ha solucionado muchos problemas de movilidad y de paso, problemas de seguridad para caso, por ejemplo, de incendio.
La inauguración del tramo abierto fue una fiesta y se debió en buena parte a la constancia de la asociación de vecinos y personas como el delineante Pepe Moreno, que actuaron de eficaz martillo pilón, en el buen sentido de la palabra, para que la obra fuera por fin una realidad.
Pero todavía queda pendiente otra aspiración de Pinosol: un terrizo que como muchos otros en Málaga nos evocan tormentos medievales a las 4 de la tarde. Se encuentra justo en la curva del nuevo tramo de la calle Pinosol. Se trata de un terrenito que hace un par de años al menos pertenecía a varios propietarios y que en la actualidad se utiliza de aparcamiento y rincón para volear la basura, una diversión clásica de nuestros antropoides malaguitas que se pierde en la noche de los tiempos (quién sabe si algún día no encontramos evidencias de que en la Malaka fenicia sus habitantes voleaban las sobras diarias).
Y así, junto a coches último modelo encontramos excrecencias basuriles semiocultas entre los cardos pero también otro clásico del voleo: las bolsas de escombros.
El abandono en el que se encuentra el terreno ha propiciado que el ailanto, un árbol de origen chino considerado especie invasora, haya hecho su agosto y convertido la parte sur de la parcela, que desciende de forma brusca, en esa palabra que le gusta tanto a los políticos: un bosquete. Este árbol, por cierto, es especialista en colonizar solares abandonados por la gran velocidad con la que crece y por aguantar carros, carretas y escombros.
Atravesar un bosquete de ailantos es tan estimulante como lamer una lija, sobre todo si es cuesta abajo y el calzado no es el adecuado, como fue el caso del firmante. Entre el follaje, más basura y cardos.
Los vecinos de Pinosol pidieron al Ayuntamiento en 2010 que expropiara este conjunto de parcelitas para aprovechar una de las pocas partes llanas del barrio y poner un parque infantil. Al entonces concejal del Centro, Diego Maldonado, le pareció una propuesta «razonable» pero ahí quedó la cosa.
También pedía la asociación un camino por la mencionada hondonada del bosquete para poder llegar a un sótano abandonado de la Junta de Andalucía, oculto por la maleza, y así poder habilitarlo como aparcamiento.
Seis años después de la petición disminuyen la esperanzas de los vecinos mientras aumentan los ailantos. Como solución intermedia, bien podía el Consistorio obligar a los propietarios a la limpieza de la zona. La otra solución, la celebración en el solar del primer Campeonato Nacional de Voleo de Basura, no sería muy aconsejable.