Un reto para el increíble hombre menguante

16 Jul

La parcela de Héroe de Sostoa frente a la parada de metro Princesa-Huelin lleva lustros dando momentos de gloria a los vecinos por su rica vida interior y la basura.

Uno de los fallos estructurales de las nuevas generaciones, y no hablamos aquí de política, es la carencia de películas clásicas en la dieta de su infancia. Aunque hoy en día casi todo está al alcance de todos, en los tiempos en los que sólo había uno o como mucho dos canales de televisión, las películas en blanco y negro de los años 30 en adelante eran el pan de cada día para los niños de los años 60, 70 y 80 del siglo pasado.

Hace tiempo pregunté a un amigo veinteañero si había visto alguna vez una película «de las antiguas», en blanco y negro y me respondió que sí, que de esas características había disfrutado de La lista de Schindler (1993).

Con este panorama, quizás sólo los nacidos antes de que se rodara la película de Spielberg entenderán la siguiente ironía: pasear por cierto rincón de la Carretera de Cádiz, a la altura de Huelin, sería lo último que hiciera en su vida el increíble hombre menguante. Ya saben, esa película de los años 50 en la que un americano, expuesto a una especie de nube radiactiva, comienza a encoger hasta que se transforma en un Pulgarcito del siglo XX y debe combatir, alfiler en mano, con una araña peluda y hasta con el gato de su casa.

Pero lo que ese hombre vivió en esa emocionante película no es nada con lo que le esperaría en una parcela de la calle Héroe de Sostoa, que también da a la preciosa calle Villarroel de Huelin y que se encuentra casi enfrente de la parada de metro de Princesa-Huelin.

Han pasado los años, los lustros, las crisis y esta parcela se mantiene inalterable salvo en un aspecto: en el nivel de basura, que no deja de crecer, lo que provoca las quejas de los vecinos y establecimientos más próximos.

Porque, aunque se encuentra vallada, la porquería crece a más velocidad que la vegetación en una carrera sin fin. Los vecinos hablan de mal olor, moscas, ratas… –informa la asociación de vecinos de Huelin– así que imaginen en este berenjenal a nuestro hombre menguante con un alfilerito: la segunda parte de la película se acabaría a mitad del metraje.

Escribir en España no es sólo llorar, como decía Larra, es escribir muy a menudo de solares inmundos, con sus cojines desgarrados y desteñidos, cajas, latas, botellas, una pléyade de cristales rotos, cacas fosilizadas desde el Cuaternario y restos de puertas.

Todo esto se acumula en esta parcelita, que la asociación de vecinos señala que perteneció al antiguo Ministerio de Obras Públicas, hoy de Fomento. Como curiosidad, una parte de la parcela la comparte un caseta en la que desde hace unos seis años vive un hombre de forma temporal, tras perder su casa, gracias a las gestiones vecinales.

A la asociación le gustaría que este terreno vallado y sucio tuviera un fin menos cinematográfico, y fuera un equipamiento para el barrio, habida cuenta de que, tal y como está la parcelita, los estudios de Hollywood se negarían a hollarla, porque lo que está claro es que al poco del rodaje, el hombre menguante la espicharía, no por el ataque de ratas gigantes sino por una infección generalizada.

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