En la Travesía del Pintor Nogales los matorrales se abren paso entre las grietas del muro y las conducciones eléctricas. Y a un paso del Ayuntamiento.
Los jardines verticales son la solución perfecta a paredes medianeras que, en décadas anteriores, se limitaban a pregonar a los cuatro vientos la insensatez de lo construido. En los años 70 del siglo pasado se levantaron edificios de ese porte en la Alameda Principal que hoy, bien asesorados en órganismos internacionales, engrosarían con orgullo la lista de Atentados estéticos contra la Humanidad.
Para frenar estos despropósitos, el edificio de Caixa Forum de Madrid, junto al Museo Thyssen, puso de moda en España los jardines verticales, que llegaron a Málaga para poner unas pinceladas de verde en una pared de 600 metros cuadrados en la plaza del Pericón, con lo que esta plaza y el entorno, antiguo conjunto de callejuelas decrépitas, lo visitan hasta los turistas.
El ajardinamiento del Paseo de la Farola, con balcones con vistas al Muelle Uno, también incorporó jardines verticales alrededor de las chimeneas para camuflarlas de una forma muy acertada.
Lo que ya no sabíamos es que el Ayuntamiento se hubiera propuesto hacer lo propio en uno de los lugares más transitados de la ciudad, la cuesta entre la Alcazaba y la Aduana. Se trata, por supuesto, de la Travesía del Pintor Nogales, la misma que hace bien poco (otoño de 2013) perdió la acera más antigua de la ciudad para ser sustituida por un compuesto de arena bastante descompuesto.
El caso es que, no sabemos si por la próxima apertura del Museo de Málaga, nuestro Consistorio se ha propuesto hacer lo mismo en esta calle, y cubrir de un tapiz vegetal el muro de contención que sostiene la cuesta del Paseo de don Juan Temboury, que como esta sección viene repitiendo desde hace 17 años, es una de las zonas en peor estado de revista de Málaga, por esa verja hecha pedazos y rica en tétanos por la que nuestros cargos electos se muestran tan vagamente interesados.
Como ya dio cuenta esta sección hace un par de meses, del muro de la travesía cuelgan cada vez más matorrales, que se abren paso a través de las grietas. Uno de ellos, por cierto, está extendiéndose con fuerza a escasos centímetros de lo que parece una instalación eléctrica y cualquier día nos dará un susto en forma de espectáculo pirotécnico (¿será también una sorpresa para la inauguración?).
Hace unos días comentamos cómo, a pocos metros de la sede de los populares en la avenida de Andalucía, dormita sin placa identificativa la inmensa máquina de vapor de la Azucarera Hispania. También aquí ocurre algo parecido. Nuestros concejales se afanan en mejorar la ciudad a la vuelta de la esquina pero a un palmo de sus narices se les presenta un interesante dilema del que pasan tres pueblos: solicitar a Parques y Jardines que acabe con el desbarajuste o dejar que la Naturaleza culmine el primer jardín vertical salvaje de Andalucía. El riesgo, claro está, es que el muro se agriete cada vez más pero este céntrico rincón de Málaga, ¿a quién le importa?